25 días desde que llegamos al campo base del Everest. Y 36 desde que salimos de casa… se dice pronto, pero empiezan a pesar. Y más en días como hoy, cumpleaños de mi madre ¡Zorionak!. Gracias a todos por vuestra paciencia. Han sido otros cinco días de silencio aquí. Días duros para mí, en lo que también he hecho un alarde de paciencia… y lo sigo haciendo. Os cuento.
El viernes por fin me llegó el disco duro del ordenador. 17 días después de quedarme sin ordenador. Que se dice pronto. 17 días de prestado en los que si no llega a ser por Edurne, Ferrán y Nacho (Asier, dichoso él, solo usa esos engendros endemoniados para ver películas) habría tenido que volver a la era del lápiz y papel y cantar las crónicas por teléfono. Vuelvo al tema que me desvío. El caso es que el viernes por fin me llegó el disco duro. Lo cambio, comienzo a trabajar y… otra vez roto. ¡¡Cinco horas me duró funcionando el ordenador!! Os podeis imaginar mi estado… mejor no. Impotencia… frustración… Al final, solo hay una solución Paciencia, paciencia y paciencia. Aquí arriba, rodeado de templos budistas… Om mane padme um… ¡Ah! por cierto, sigo esperando una prometida y urgente llamada para darme una solución.
Pero corramos un estúpido velo, sigamos dando las gracias a Edurne, Ferran y Nacho y vayamos a lo que ha sucedido estos días, que es mucho.
Empecemos por las estrellas del tinglao. Andan como motos. En todos los aspectos. El fin de semana les invitaron a comer la expedición Patagonian Brothers, de los hermanos Benegas, viejos amigos de Edurne. Asier preparó un bacalao al pil pil de chuparse los dedos, pero nosotros, los pegados, solo lo vimos pasar por delante. Nos ha prometido otro solo para nuestro campamento. Le exigiremos cumplir la palabra.
El lunes, los cuatro se fueron para arriba, para completar la aclimatación y acabar de equipar los campamentos. Hoy han subido al C-3 a dormir. Hemos hablado con ellos y estaban fenomenal. Animados y sin ningún problema físico. Parecía que los teníamos aquí abajo y están a 7.300 metros. Están fortísimos.
Pero los que se merecen el oro vuelven a ser los sherpas. Ayer subieron desde el C-2 (6.400 m.) hasta el collado sur (8.000 m.), donde dejaron un depósito de tiendas y oxígeno (ellos sí lo van a utilizar el día de cumbre). Tardaron 12 horas y abriendo huella. Y luego en cuatro horas más volvieron al C-2 (a los sherpas no les gusta dormir en el C-3 porque está en mitad de la pared del Lhotse y ellos lo consideran peligroso, aunque casi nunca ha pasado nada. ¡¡Olé sus h…!! No me cansaré de decirlo. Los verdaderos amos del Everest son los sherpas.
Edurne y compañía volverán mañana al CB y a partir de ahí, a descansar unos días y a atinar con el parte meteorológico para ir a cumbre.
Y es que la ruta lleva abierta desde hace casi una semana y los nervios se notan en las expediciones. Ya ha comenzado el goteo de cima, que irá en aumento con el paso de los días. Unai Llantada, por ejemplo, sale mañana del CB con la intención de hollar el sábado ¡Suerte para él! Mientras, todos los que van al Lhotse (Juanito, Isa y Rober, Pauner, Soria…) deshojan el dilema de si esperar a que las comerciales equipen el tramo superior de la montaña o ir ya para cumbre. La mayoría probablemente opte por la primera opción, ya que se ha anunciado que se van a poner las cuerdas entre mañana y el viernes.
En cuanto a la vida del CB, hoy hemos estado de nuevo de luto. El segundo muerto de la temporada. Se trataba de un anciano de 82, diplomático nepalí que llegó a ministro en su país y que quería subir al Everest para convertirse en el mas mayor en lograrlo y para reivindicar una atención digna a las personas de la tercera edad en Nepal. Ayer se lo encontraron en la cascada de hielo Edurne y compañía y se dieron cuenta de que nada bueno podía pasarle. Iba con tres sherpas. Uno tirando de él con una cuerda y otros dos empujándole por detrás. Les llegó a decir que el venía al Everest a morir. No llegó ni la campo 1 (podéis leer la crónica completa en El Correo y en elcorreo.com).
Mientras, en nuestro CB las obras hidráulicas han continuado. Yo por fin me he decidido a levantar la tienda y reubicarla. Y ha sucedido lo que me temía, que ya tenía el cuerpo hecho a la postura anterior y esta noche no he hecho más que dar vueltas buscando la nueva. Pero bueno, mañana será otro día.
Inmejorable sistema (autóctono) para transportar el bacalao al pil pil.
Asier mantando el mono con un poco de boulder en el CB.
Un alpinista hindú con mal de altura es evacuado. Era la segunda vez que se lo llevaban en helicóptero a Katmandú y aún insistía que si se recuperaba volvería a subir.
Preparando el cuerpo del anciano de 82 años para ser trasladado en helicóptero.
Ayer a la vuelta de comer en el campamento de Isa y Rober (¡excelentes anfitriones junto con el mexicano Jorge Salazar!) nos pilló una buena nevada.