Los peores presagios se confirmaron y el cuerpo sin vida de Tomaz Humar fue rescatado ayer en el Lantang Lirung (7.300 m.), una durísima montaña del Himalaya, cerca del Shisha Pangma. El cuerpo del esloveno apareció a 5.600 metros. Humar había sufrido lesiones en su espalda y presentaba facturas en costillas y una pierna, según informó Viki Groselj, portavoz de la Federación Eslovena de Montaña. Todos los detalles de la operación de rescate los podéis leer en barrabes.com .
Las noticias del accidente fueron desde el principio muy confusas y probablemente nunca sepamos lo que le sucedió exactamente, ya que Tomaz, como era habitual en él, realizaba la ascensión en solitario. En el campo base sólo estaba su cocinero, en nepalí Jagat. El esloveno habría sufrido una caída durante el descenso, a unos 6.300 metros de altitud.
Al parecer, Tomaz pudo avisar por teléfono vía satélite de su accidente a su compañera en Eslovenia, e inmediatamente se puso en marcha la operación de rescate. Primero fueron cuatro sherpas y dos días más tarde un equipo llegado desde suiza que incluía su médico eslovena. En un principio, se habló de una pierna rota, aunque más tarde informaron de que las lesiones eran mucho más graves y podían afectar a la columna vertebral.
Lo que sí está confirmado es que la última llamada la realizó el lunes, 10 de noviembre, a las 10 de la mañana y fue a su cocinero en el campo base. En ella, Tomaz parecía encontrarse en una situación muy crítica y con un hilo de voz apenas acertó a decirle “Jagat, este es mi final”. Después de eso, silencio.
Pese a todo, el equipo de rescate continuó la búsqueda, dificultada por el empeoramiento del tiempo en la zona. El jueves, el grupo de rescate se quedó a 100 metros del lugar donde estaba Tomaz y por fin el viernes lo alcanzaron… pero no quedaba ni rastro del alpinista. Finalmente, ayer el piloto de helicópteros Robert Andenmatten y el alpinista Simon Anthamatten pudieron localizar el cuerpo sin vida y recuperarlo.
Con la muerte de Tomaz Humar el alpinismo mundial pierde a uno de los mejores escaladores de su generación. Para la historia de este deporte quedan ascensiones, siempre en solitario, como la de la cara sur del Dhaulagiri (1999), que no recibió el Piolet D’or de ese año por considerar el jurado demasiado arriesgada la actividad, o la cara sur del Annapurna (2007). En 2005, fue el protagonista de un arriesgadísimo rescate en el Nanga Parbat , considerado como el más audar de la historia del Himalaya, en el que fue literalmente arrancado de la pared por un helicóptero. El suceso tuvo una gran repercusión mediática y desde entonces Tomaz se alejó aún más de los medios de comunicación. apenas informaba de sus proyectos y sólo daba a conocer sus logros una vez que estaba de vuelta a casa.
Pero la personalidad de Tomaz trascendía sus increíbles escaladas. Envuelto en un manto de trascendencia y misticismo, el esloveno trataba sus proyectos como “llamadas” de la montaña, por poner un ejemplo.
En 2005 acudió a Mendiexpo a dar una charla y tuve ocasión de entrevistarle. En ningún momento ocultó Tomaz su arrolladora personalidad. La entrevista resultante, que acontinuación reproduzco, creo que es un perfecto reflejo de su manera de ser y pensar y de su filosofía de vida. El título ya lo dice todo: «Me he encontrado con tantos peligros que no es lógico que siga vivo».
Entrevista publicada en EL CORREO el 27 de octubre de 2005:
«Me he encontrado con tantos peligros que no es lógico que siga vivo»
El esloveno no deja indiferente a nadie; algunos le consideran un loco y, otros, el mejor escalador de la última década
Tomaz Humar es un huracán. Un torbellino que arrastra todo lo que encuentra a su alrededor. Así pasó la semana pasada por Mendiexpo. Su tarjeta de presentación es un apretón de manos en el que si su contrario está desprevenido puede quedar con algún hueso maltrecho. A partir de ahí todo es excesivo, vertiginoso, en el alpinista esloveno. Su filosofía de la vida y el alpinismo -una mezcla de misticismo, fe en Dios y en sí mismo a prueba de críticas y de montañas-, la vehemencia con la que la defiende, su impresionante currículo…
Todo hace de Tomaz un ser singular, un personaje irrepetible en la historia del alpinismo. Para unos, un loco; para otros, el mejor escalador de la última década. Suicida o genio, es él único al que el ‘todopoderoso’ Reihnold Messner felicitó a pie de avión tras su gesta en el Dhaulagiri. Un ‘elegido’, como él mismo reconoce: «De alguna forma se puede decir que sí. Cuando has sobrevivido a tantas situaciones…».
-Ha sobrevivido a ascensiones increíbles y luego ha sufrido accidentes domésticos casi mortales ¿Cree en el destino?
-Sí, pero no en el sentido de que lo tenemos establecido. Existe el libre albedrío. Nosotros somos lo que elegimos. Es decir, creo de alguna forma que cuando naces está escrito lo que pasará, pero cuando llegas al cruce de caminos eres tú el que eliges por la izquierda o por la derecha. No existe un destino absoluto. Pero desde luego, es indudable que todo lo que ocurre tiene una razón. No existen las casualidades.
-¿Con lo que ha vivido, qué piensa de la muerte?
-Que es parte de la vida.
-¿Cree en la reencarnación?
-Bueno, yo me considero cristiano, pero personalmente creo que tenemos experiencias del pasado. No digo que el cristianismo sea mejor que el islamismo o el budismo u otras religiones. Para mí existe un grandioso espíritu, el amor. Y es común. Adopta formas diferentes. No existe una religión mejor que otra. En nuestra alma todos los hombres somos lo mismo. Nuestra conciencia crece únicamente con nuestras propias experiencias, y la conciencia es nuestra alma. Y el alma tiene una dignidad, no se puede vender. Si lo haces, no eres nada.
-Paradójicamente, su experiencia más dura no fue en las montañas, sino un accidente doméstico que casi le cuesta la vida.
-Es curioso lo que me pasó. Antes de tenerlo, ya tuve la sensación de que iba a ocurrir algo, lo podía ver, y en los dos meses anteriores ni conduje ni escalé. Después, cuando me caí en el sótano, pensé ‘¿o sea que era esto? Bueno, ya ha sucedido’. Aunque estaba medio muerto fue como una liberación. Cuando el momento llega, no podemos evitarlo. Lo que tenemos que hacer es seguir, seguir la voz interior.
-Ante una filosofía de este tipo, ante frases como «sólo voy a la montaña cuando la montaña me llama», ¿no teme que le tachen de loco?
-Estoy acostumbrado a que digan que soy un suicida y esto y lo otro, pero lo que nunca haré será ponerme pantallas en los ojos y hacer lo que digan los demás. Yo nunca seguiré el mismo camino que los demás. Escucho a las personas, pero al final hago lo que yo creo que debo hacer. Quiero hacerlo como yo quiero, a mi modo. De lo contrario no eres tú mismo.
-Por eso escala solo.
-Existen muchas razones. Una de ellas es que, cuando escalo solo, pienso más en Dios que en mí, en mi alma. Para mí esto es mucho más importante que llegar a la cima o conseguir medallas. Lo importante es volver, pero no sólo volver, sino hacerlo con un mensaje, volver con una experiencia interior en el alma, una nueva experiencia.
-¿Qué busca, qué intenta demostrar con su estilo?
-La escalada tiene dos vertientes. Una es que escalas sólo para ti, y esa es tu experiencia interior, como una meditación en el budismo. La otra es lo que proyectas a la gente. Para mí es la más importante. Es cuando muestro que la gente puede ponerse a rezar por alguien que no conoce, como pasó en el Nanga, cuando muestro que la vida no es tan dura, que no es un problema tan difícil como parece. Lograr esto es para mí mucho más importante que ninguna escalada en sí misma.
-Sin embargo, no crea escuela, el alpinismo va por otras vías. ¿Se considera un elegido?
-De alguna forma se puede decir que sí. Cuando has sobrevivido a tantas situaciones… He tenido muchos accidentes con el coche. Por ejemplo, de pequeño un camión tuvo un accidente a mi lado. Todo a mi alrededor había sufrido el impacto y yo estaba allí, pero no me pasó nada. Y cuando estas cosas suceden año tras año, una tras otra… En las montañas, por ejemplo, me he encontrado con tantas avalanchas y situaciones de peligro que no hay lógica alguna en que siga vivo. Pasó en el Nanga en los últimos momentos. Era totalmente imposible que alguien viniera a buscarme, era imposible que el Gobierno paquistaní abriese la frontera, era imposible que el equipo de rescate llegara, pero al final sucedió. No había lógica alguna y por eso digo que lo hizo El. Y lo hizo con un propósito, no para que volviera y me metiera en la cama, sino para hacer algo a la vuelta.
-Se siente tocado…
-Puedes ser el elegido si en vez de preguntar por qué, simplemente sigues la llamada. Y si se sigue este precepto todo el mundo puede ser elegido, pero si no escuchas es tu responsabilidad. No me importa si oigo la llamada que me dice que tengo que hacer algo realmente alocado. No pregunto por qué. Simplemente sigo la voz. Y si la sigues te encontrarás con poder y felicidad sin límites. Creo en el espíritu.
-¿Le molesta que en ciertos ámbitos le consideren un suicida?
-Es una cuestión de perspectivas diferentes. Por ejemplo, yo nunca escalo sin cuerda 8a como ha hecho alguna vez Carlos Soria (presente durante la entrevista). En mi opinión, eso es un suicidio, pero no lo es para él porque se entrenó para hacerlo. Un suicidio para mí es que Schumacher tome una curva a 300 por hora. Pero lo es para mí, no para él, porque él está a un nivel que le permite llegar a ese límite. Lo mismo pasa con las personas que están en el sofá, o en los taburetes del bar. Para ellos todo lo que suponga algo más que tomar cerveza es un suicidio. Mi experiencia y preparación me permiten hacer cosas que a personas que nunca lo han intentado les pueden parecer imposibles. Si no intentáramos romper barreras el hombre aún estaría en la Edad de Piedra.
-¿Qué retos quedan pendientes en el himalayismo, en los ochomiles?
-(No duda en la respuesta). La cara norte del Lhotse, la cara oeste del Makalu y la cara oeste del K2.
-¿Le veremos en una de ellas próximamente?
-Todo es posible.
-Veo que mantiene su filosofía de ocultar sus proyectos hasta el momento de llevarlos a cabo.
-Por supuesto. Nunca me gusta hablar del futuro.
Su trayectoria:
Nació el 18 de febrero de 1969 en Ljubljana (Eslovenia).
Empezó a escalar en 1985. Ha completado 1.500 ascensiones y escaladas en todo el mundo, 70 de ellas aperturas de nuevas rutas.
En 1999, poco después de su escalada en solitario en el Dhaulagiri, sufrió una caída desde el tejado de su casa mientras hacía unas reformas y se rompió las dos piernas. Los médicos le aseguraron que nunca volvería a andar.
Principales escaladas: Apertura en el Ama Dablam (su compañero muere) en 1996. Enlaza tres rutas nuevas al Nuptse, Lobuche y Pumori en 1997. ‘El Capitán’, en 1998. Sur del Dhaulagiri en alpino y solitario, en 1999. Shisha Pangma en 2002. Intento a la Rupal del Nanga y nueva vía en la Sur del Aconcagua, en 2003. Intento de apertura en la Este del Jannu, en 2004. Intento de apertura en el Cholatse y, de nuevo, en la Rupal del Nanga, en 2005. Apertura en solitario en la cara sur del Annapurna en 2007.
Premios: Ganador del Piolet D’or en 1996. Nominado al Piolet d’Or en 1999 y 2003.