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El Yeti reaparece en Nepal

El mundo del alpinismo es muy dado a las leyendas y los mitos, humanos o no. Uno los más famosos y recurrentes es el del Yeti, ser supuestamente a medio camino entre el hombre y el gorila que habita en el Himalaya. Con una base un poco más científica y definido como un simio de metro y medio, cubierto de pelo rojizo, con la cabeza puntiaguda y capaz de andar sobre 2 y 4 patas, el yeti podría ser un pariente del orangután, aunque otros lo asocian a una especie de oso endémica del Himalaya.

El caso es que ha vuelto a la actualidad porque un equipo de aventureros japoneses anunciaron ayer que han descubierto huellas del Yeti (fotografía que encabeza el comentario, comparada con una huella humana), que habitaría en una región himalaya situada entre Nepal y Tibet. “Las huellas eran de unos 20 centímetros de largas y parecían a las de los humanos”, explicó Yoshiteru Takahashi, responsable del Proyecto Yeti Japón. Takahashi habló tras regresar con los siete miembros de su equipo, después de su tercer intento de rastrear la criatura mitad hombre mitad mono, cuya leyenda ha animado durante décadas la imaginación de los aventureros occidentales y los alpinistas.

Pese a haber estado 42 días en la cumbre Dhaulagiri IV, de 7.661 metros de altura, donde vieron huellas de yetis en el pasado, el equipo dijo que no pudo filmarlo. Pero Takahashi añadió que las huellas son suficientemente creíbles. “Yo mismo y otros miembros del equipo hemos venido durante años al Himalaya y podemos reconocer huellas de osos, lobos, ciervos y leopardos de las nieves y estas huellas no eran nada de eso”, añadió. “Estamos convencidos de que son reales. Las huellas y las historias contadas por la gente de este lugar nos da la certeza de que esto no es imaginario”, añadió. Fotografías de las huellas fueron enviadas a la página web de los expedicionarios, www.everest.co.jp/yeti2008/.

El equipo instaló nueve cámaras muy sensibles en un área donde Takahashi dice haber visto algo parecido a un yeti en una expedición previa realizada en 2003. “Lo vimos de perfil a unos 200 metros. Caminaba con las dos patas como un humano y parecía de unos 150 centímetros de alto”, dijo Takahashi. Pese a la falta de éxito en esta ocasión, seguirán buscando. “Regresaremos lo más pronto que se pueda, y seguiremos viniendo hasta que filmemos al yeti”, dijo Takahashi.

Una de las mejores pruebas gráficas de la existencia del Yeti data de 1951 y la fotografió el mítico alpinista Eric Shipton (imagen de la derecha); se trata de una de las pruebas más convincentes de la existencia del yeti. Posteriormente rastros de pisadas calificadas como “similares” a esta han sido encontradas por el francés Bordet, la expedición del Daily Mail y el zoólogo John Mcneely. El propio Reinhold Messner se interesó por el Yeti a raiz de un abistamiento en 1986, aunque tras organizar varias expediciones y hablar con decenas de sherpas concluyó que “todas las evidencias apuntan a un oso nocturno que corre, camina y escala mejor que un hombre”.

Y como colofón, no me resisto a reproducir el relato de un avistamiento de un alpinista y aventurero bien conocido en España, Cesar Pérez de Tudela, a la sazón miembro de honor de la Sociedad Geográfica Española, sucedido, según sus explicaciones, en el cañon de Kali Ghandaki, cerca del Dhaulagi y el Annapurna, en 1974: “Aquello era un ser humanoide, no me cabe duda. Atardecía ya, y yo andaba un poco despistado para volver al campamento base. Era una zona de bosque frondoso y tapado por las altas copas de los árboles. Todo era silencio… y entonces aquella figura se cruzó ante mí… y me miró con aquellos dos ojos. Destelleaban en un manto de oscuridad. Escuché un estruendo surgir de la nada y aquello apareció de pronto. Luego el cuerpo, de más de dos metros, erguido perfectamente sobre sus largas piernas, lleno de vello y la cabeza abombada, como almendrada. Hombros anchos, pecho muy robusto.. Allí estaba el Yeti, en persona …Yo me quedé paralizado, como encogido, y aquel ser me miró fijamente, como escrutándome de arriba a abajo”.

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Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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