Edward Lorenz, el científico que creó la ‘teoría del caos’ y el conocido como ‘efecto mariposa’, falleció el pasado día 17 de abril a los 90 años en su residencia de Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos). Fue el primero en reconocer el comportamiento caótico de los modelos matemáticos en meteorología, al comprobar que un sistema dinámico como es la atmósfera puede incubar enormes consecuencias no esperadas en las previsiones. En resumen, dedujo que era imposible hacer predicciones más allá de un determinado punto, que recibe el nombre de horizonte de predicciones.
Hacia 1960, el meteorólogo Edward Lorenz se dedicaba a estudiar el comportamiento de la atmósfera, tratando de encontrar un modelo matemático, un conjunto de ecuaciones, que permitiera predecir a partir de variables sencillas el comportamiento de grandes masas de aire, en definitiva, que permitiera hacer predicciones climatológicas.
Lorenz realizó distintas aproximaciones hasta que consiguió ajustar el modelo a la influencia de tres variables que expresan como cambian a lo largo del tiempo la velocidad y la temperatura del aire. El modelo se concretó en tres ecuaciones matemáticas, bastante simples, conocidas, hoy en día, como ‘modelo de Lorenz.’
Para sorpresa suya, Lorenz observó que pequeñas diferencias en los datos de partida (algo aparentemente tan simple como utilizar 3 ó 6 decimales) llevaban a grandes diferencias en las predicciones del modelo. De tal forma que cualquier pequeña perturbación o error en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre el resultado final. De tal forma que se hacía muy difícil hacer predicciones climatológicas a largo plazo.
Los datos empíricos que proporcionan las estaciones meteorológicas tienen errores inevitables, aunque sólo sea porque hay un número limitado de observatorios que lógicamente no pueden cubrir todos los puntos de nuestro planeta. Esto hace que las predicciones se vayan desviando con respecto al comportamiento real del sistema.
Lorenz intentó explicar esta idea mediante un ejemplo hipotético. Sugirió que imaginásemos a un meteorólogo que hubiera conseguido hacer una predicción muy exacta del comportamiento de la atmósfera, mediante cálculos muy precisos y a partir de datos muy exactos. Podría dar una predicción totalmente errónea por no haber tenido en cuenta el aleteo de una mariposa al otro lado del planeta. El llamado ‘efecto mariposa’ propone que el aleteo de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tornado en Texas. Ese simple aleteo podría introducir perturbaciones en el sistema que llevaran a la predicción de una tormenta.
De aquí surgió el nombre que desde entonces ha dado lugar a muchas variantes y recreaciones. Se denomina, por tanto, ‘efecto mariposa’ a la amplificación de errores que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo.
Este efecto es el que afecta a los hombres del tiempo en sus previsiones a largo plazo. Hay veces que fallan estrepitosamente. En otras se equivocan y decimos que no tienen ni idea, porque nos han chafado un fin de semana de montaña o esquí. Incluso aseguramos que son más precisas las observaciones y predicciones del pastor del Gorbea o del fraile de Aránzazu. Y que en Castilla las ‘cabañuelas’ siempre aciertan.
Pues ni lo uno, ni lo otro. El ‘efecto mariposa’ planea sobre una ciencia, la meteorología que aún no es exacta.