Las medias palabras del presidente y el entorno en el que se mueve permiten vislumbrar que la reforma puede caminar por la vía de retocar los incentivos a la contratación indefinida; quizá endurecer las condiciones de prórroga y aplicación de los contratos temporales y también en la flexibilización de la organización interna de las empresas: aplicación del horario, movilidad funcional, etc. Reclamaciones estas últimas que han sido expuestas de forma reiterada por los empresarios y que, al menos, significan una reforma positiva. Quizá incompleta, pero necesaria al fin y al cabo.
El problema de la política es que tiene sus tiempos, tradicionalmente dilatados y que los resultados son siempre inciertos. Anunciar reformas a cuatro meses vista provoca frenazos, en este caso, me temo, en la contratación de trabajadores o en la adopción de decisiones de inversión, etc. Es verdad que el tiempo está más inclinado del recorte de plantillas que de su aumento, pero lo cierto es que la evolución mensual del paro es el producto de un juego matemático invariable: personas que se incorporan al mercado de trabajo por primera vez y no tienen empleo + personas que pierden su puesto de trabajo – personas que estaban en paro y son contratadas.
Imaginemos que el presidente anuncia una reforma de la fiscalidad del automóvil, para introducir alguna rebaja -es una ensoñación, ya lo sé- y que espera aprobarla allá por marzo. La actitud lógica de quienes estaban tentados de adquirir un vehículo en las próximas semanas es esperar a que esa promesa política se materialice. Como todas las promesas, más aún en el terreno de las reformas legales, el resultado es impredecible. Puede que se quede en nada.
Imagino a un empresario que piensa contratar o invertir en un nuevo proyecto en las próximas semanas, después de escuchar a Rodríguez Zapatero. Lo lógico es que frene su ímpetu, a la espera de una mayor concreción de esa reforma laboral.
Así que, presidente, no se entretenga usted. Rápido, por favor. Casi cuatro millones de parados esperan que ejerza el liderazgo que le corresponde.