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Manu Alvarez

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La insoportable levedad de las Sicav


Anda estos días el patio financiero vasco un tanto revuelto. La razón, la decisión de las diputaciones forales de aumentar la tributación fiscal de las Sicav del 1% al 28% o, lo que es lo mismo, finiquitar esta figura en el País Vasco. La decisión, que desde el punto de vista fiscal puede resultar justa, tiene sus desventajas. Lo bueno no siempre coincide con lo mejor y éste, probablemente, es un caso paradigmático.

En el País Vasco están registradas algo más de 200 sociedades de este tipo pero apenas unas 70 tienen actividad. Sin embargo, tienen su importancia en la actividad de la Bolsa de Bilbao; el mantenimiento dentro de Euskadi de capitales importantes o en la actividad de algunas empresas dedicadas a la gestión de estas sociedades.

La medida parece que es una vuelta de tuerca sobre los ricos, cuando en realidad es una patada en el culo de una parte de la economía vasca –la “industria” que se dedica a la gestión de patrimonios-; un paso más en el desmontaje de la plaza financiera de Bilbao y la inestabilidad laboral quizá para muchos profesionales que hoy se dedican a estos menesteres en la comunidad autónoma. Los ricos se mueven sin problemas, son los pobres los que se quedan a contemplar el solar.

Ya que el Gobierno español ha decidido mantener la tributación de las Sicav al 1% y en el resto de Europa la situación es similar, la decisión de las diputaciones no supone beneficio alguno para sus arcas y sí algunas pérdidas. La primera, el mensaje de “¡Ricos fuera!”. Puede resultar populista, pero es realmente peligroso. Y es que los movimientos migratorios del mundo demuestran que, al final, los “pobres” no tienen otro remedio que emigrar a donde están los “ricos”. Ya son ganas de joder pero….. es lo que hay.
Podemos perder también profesionales y deslocalizar centros de decisión. A saber. ¿Cómo justificará en el futuro alguna Diputación, que alguna entidad financiera sobre la que tiene una amplia influencia, traslade fuera del País Vasco a su equipo de gestión encargado de las Sicav? Y, por si fuera poco, con el diputado de Hacienda de turno sentado en el consejo de administración de la caja de ahorros, en cuestión. Puede ser histórico. Hasta ahora, la fiscalidad vasca estaba construída sobre la idea de “atraer” y no la de “alejar”. ¿Diabólico, verdad? Pues está al caer….salvo que alguien le busque solución.

Y coincido con los que han tomado la decisión, en que esta cosa de las Sicav es difícilmente soportable. Son un fraude de ley como la copa de un pino, porque de “colectivas” tienen poco –admito que hay excepciones, pero las mínimas- y se ha pervertido su objeto; suponen una ventaja para quienes pueden destinar 2,4 millones de euros a la inversión en activos financieros, frente a quienes no alcanzan esa cantidad, porque les permite reinvertir el 99% de sus beneficios, frente al 82% -dentro de unos meses sólo el 80%- reservado al común de los mortales.

Y no vale argumentar que tienen el mismo tratamiento que un fondo de inversión, como insisten varios bienintencionados amigos míos. En un fondo, el partícipe tiene dos decisiones en su mano: entrar y salir. En la Sicav, el dueño, además, no sólo puede elegir al gestor, sino además puede “indicarle amorosamente” en qué tipo de activos le gustaría más invertir. En definitiva, invertir a través de una Sicav es, para sus propietarios, lo mismo que operar a título particular pero utilizando una especie de preservativo fiscal de uso restringido.

En resumen y después de varios días de masaje/reflexión: No me gustan las Sicav, me parecen injustas, pero desterrarlas del País Vasco para que se vayan, pongamos que a Castro Urdiales –por poner un viaje corto- me gusta menos. Se me ocurren un par de decenas de cosas que le sobran a este país y que deberían estar antes en el orden de prioridades de “objetos a exportar”, por su condición de nocivas para la salud, la tranquilidad y la paz de los ciudadanos. Me parece que éste debería ser un tema propicio para un pacto entre los estados de la UE, aunque ya se sabe que todo lo que tiene que ver con la fiscalidad es una materia que se escapa de las competencias comunitarias y que cada uno guarda celosamente para sí.

La vida está llena de contrasentidos y situaciones que rechinan. Sin ir más lejos, conozco yo a algunos altos cargos de la Administración pública vasca que se han construido un gorro frigio con la ley anti-tabaco y fuman como carreteros en sus despachos. ¿No resulta injusto que ellos lo hagan y que en su entorno, todos los subordinados, lo tengan “terminantemente prohibido”? ¿Hay que desterrarles por ello a Castro Urdiales?

Por Manu Alvarez

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