Decía esta semana en una entrevista radiofónica el secretario general del UGT de Euskadi, Dámaso Casado, que “los políticos deben decidir cómo actúan las cajas de ahorros para salir de la crisis”.
Me he debido perder algún café o no vivo en el mismo país que Dámaso Casado. Desde que mi memoria me alcanza, no recuerdo otra cosa que a los políticos controlando –llamémosle así- las cajas de ahorros. ¿Acaso no están plagados de políticos los consejos de administración de estas entidades financieras? ¿Quiénes ha decidido que sean Xabier de Irala, Xabier Iturbe o Gregorio Rojo presidentes de la BBK, Kutxa y Caja Vital? ¿No han sido los partidos quienes han designado a Juan Pedro Hernández-Moltó para dirigir la Caja Castilla-La Mancha o son incluso facciones dentro de una misma formación quienes se pelean a brazo partido para desbancar o sostener a Miguel Blesa al frente de Caja Madrid?
No hay duda alguna, son los partidos, cada uno en su ‘territorio de poder’, quienes deciden las grandes líneas de actuación de las entidades de ahorro y quienes, y esto es trascendental, designan a sus ejecutivos. No tengo dudas de que Dámaso Casado sabe esto igual o mejor que yo, razón por la que me ha entrado un cierto sudor frio. ¿Acaso el secretario general de la UGT vasca lo que pide es una intervención más directa, que los políticos desplacen a los ejecutivos profesionales y tomen las riendas de la maquinaria? Ufff que miedo.
Estoy convencido de que quienes elegimos cajas de ahorros y no bancos es porque demandamos estructuras financieras básicas –un depósito, una EPSV, el crédito del coche, el hipotecario, la tarjeta de crédito, etc.-; quizá también porque sabemos que la gran diferencia es que el dividendo no irá a parar a unos accionistas sino a la inversión y gasto en la Obra Social pero también y quizá en primer lugar, porque el servicio es bueno, cercano, competitivo y con imagen de solvencia y seguridad.
Es verdad que en los últimos días me asalta una duda. ¿Son los políticos los que interfieren en la gestión de las cajas o los gestores quienes entran de lleno en el terreno de la política? La imagen del presidente de la BBK como figura destacada de una plataforma política –con el debido respeto a las opciones ideológicas y estratégicas de cada uno- creo que le ha hecho un flaco favor a su ‘empresa’. Cuando Xabier de Irala se queje de las dificultades de expansión y crecimiento de su entidad, deberá recordar que quizá él mismo, con esa imagen, ha condicionado buena parte de las posibilidades de actuación comercial de la BBK.
Pero, volvamos al grano ¿Se dejaría usted operar de apendicitis por un periodista? No se lo aconsejo, créanme, sé de qué hablo. ¿Quizá permitirían que les arregle la conducción de gas de su casa un cirujano? Haga usted lo que quiera, pero dónde esté un especialista homologado por Naturgas…. Es preferible que cada uno se quede en su lugar. Los políticos, es su misión, deben establecer las orientaciones de las cajas de ahorros, su estrategia comercial y también social , así como elegir a los profesionales encargados de la gestión y de cada una de las áreas de actuación. Y no estaría de más que asuman también las consecuencias de esa gestión. El éxito y el fracaso. Cuando en las próximas semanas o meses el Banco de España se vea obligado a forzar la intervención de alguna entidad de ahorro o la fusión de varias para evitar el descalabro, sería un buen momento para que sus consejeros expliquen por qué han llevado a esas entidades al precipicio y si van a responder de ello con su patrimonio personal.
En el fondo de estas reclamaciones –pugnas de poder al margen- se encuentra estos días la reclamación para que el sistema financiero, cajas y bancos, abran de nuevo el grifo en la concesión de los créditos porque, entienden algunos, eso ayudaría a paliar las consecuencias de la crisis económica. ¡Ay cuánto daño han hecho nuestros gobernantes ocultándonos la realidad de la situación o contándola con seis meses de retraso!.
Ésta es una crisis, todavía, financiera; casi ya industrial y si no se remedia pronto la primera parte, puede acabar siendo cualquier cosa. Algunas entidades financieras no dan más créditos ¡porque no pueden! Muchas están al borde de la suspensión de pagos, pero lo disimulan poniendo buena cara y cruzan los dedos para ver por dónde sale el sol. Otras, ¡porque no deben! Las crisis son auténticas purgas que no queda otro remedio que pasarlas para que algunas cosas se ajusten. Y el sector inmobiliario y el endeudamiento de las familias requieren un ajuste. Y cuanto antes se produzca, antes comenzará a remontar la economía.
Así, no vale acusar al sistema financiero los días pares de haber provocado la burbuja inmobiliaria –créditos sin límite, a precios bajos y con relajadas exigencias de solvencia a los beneficiarios- para a continuación, los días impares, pedirles que abran de nuevo el grifo sin freno, bajen los tipos de interés y permitan que fluya el endeudamiento. Esto sería más gasolina para el incendio o montar una nueva burbuja inmobiliaria sobre otra que ya existía y aún no hemos sido capaces de digerir.
Muchas declaraciones sobre las cajas de ahorros se hacen sobre la creencia de que todo lo que ellas gestionan es público. Ni mucho menos. Con suerte, en los casos más saneados, 17 de cada 100 euros de su activo son fondos propios. El resto, el 83%, es de otros, que aunque en cantidades modestas, se lo hemos dejado para que nos lo cuide y le saque brillo. Y jugueteos, los justos.
Tampoco comparto la idea de que las cajas de ahorros no están para obtener beneficios. En mi opinión, deben hacerlo, porque de ello y no de otra cosa depende la actuación de su obra social. Y porque también de ello depende la tranquilidad de esa inmensa masa de ciudadanos que depositan sus modestos ahorros en ellas. Si algún día me entero que mi caja de ahorros no tiene beneficios…. salgo huyendo presa del miedo. Y estoy seguro que Dámaso Casado también. ¿O no?