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Manu Alvarez

Bank Notes

Iberdrola, Murphy y Renovables


Ya conocen el principio básico de la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Explicado de otra forma, “cuando se cae la tostada, siempre lo hace por el lado de la mantequilla”. Algo de esto ha debido suceder en torno a la decisión de Iberdrola de reabsorber su filial, Iberdrola Renovables, que sacó a Bolsa en 2007, mediante una oferta con la que consiguió colocar el 20% del capital.

Las razones de fondo de Iberdrola para acometer esta operación son de sobra conocidas. El mercado bursátil no estaba por la labor de conceder una valoración elevada a las empresas dedicadas a la promoción y explotación de parques eólicos. En parte porque son inversiones con un prolongado periodo de maduración y también porque el Gobierno español ha hecho una pirueta con doble tirabuzón, que ha recortado las subvenciones que reciben estas empresas por cada megavatio que producen. En definitiva, a Iberdrola, su filial de Renovables le afeaba el balance consolidado en el lado del pasivo, por el elevado endeudamiento de la compañía, que no tenía su merecida compensación en el activo, por la baja cotización de sus acciones. “Si hay que estar en Bolsa se está”, debió pensar Galán en su día cuando vio la posibilidad de ingresar 4.500 millones de euros al sacar la filial al mercado, “pero estar para nada….” Esto último es lo que debió pensar antes del pasado 8 de marzo, cuando anunció la recompra de las acciones.

La operación tiene muchas aristas pero no me detendré en los cálculos financieros, tan volubles como el propio mercado bursátil que deja obsoletas las ecuaciones de canje en tan sólo unas sesiones. Hay una vertiente que me parece curiosa: la asimetría de la entrada y la salida en el mercado. Algo sobre lo que, espero, la CNMV reflexionará de cara al futuro, para que no pueda volver a producirse –y ya van unas cuantas…- situaciones similares. Cuando los inversores compraron en 2007 aquellas acciones de Iberdrola Renovables lo hicieron voluntariamente. Ahora, deberán desprenderse de ellas quieran o no. Legal, pero impresentable.

Lo curioso del caso es que Iberdrola decidió anunciar la recompra justo en el momento en que el mercado iba a comenzar a sobrevalorar la energía eólica. Claro está, ni Galán ni su consejo de administración conocían entonces el tsunami que iba a asolar Japón, ni los problemas que iba a atravesar desde ese día la energía nuclear como consecuencia del desastre en la central de Fukushima. ¿La Ley de Murphy se ha cebado con Iberdrola? Desde que se anunció la operación, las acciones de la filial Renovables, ahora ya ligadas a una ecuación de canje con los títulos de la matriz, se han revalorizado tan sólo el 12,9%. Las de Fersa, una compañía infinitamente más modesta pero dedicada también a la explotación de parques eólicos, han aumentado su valor un 30,3%.

Por Manu Alvarez

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