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Manu Alvarez

Bank Notes

Rumasa: Capitalismo en estado puro

Ha saltado estos días una de las espoletas nacionales más telegrafiadas de la historia. Las dificultades del grupo empresarial Nueva Rumasa no han hecho sino comenzar. Su constante apelación a los ciudadanos con la colocación de ‘papelines’ de alta remuneración no era sino un grito casi desesperado que algunos, unos 5.000 ciudadanos, debieron interpretar de forma equivocada.

La mini-suspensión de pagos que han anunciado les permite gozar de la protección judicial durante un breve periodo de tiempo, no superior a cuatro meses. No es difícil adivinar, sin embargo, que el lio en el que se ha metido el grupo empresarial del inefable Ruiz Mateos alcanzará proporciones aún mayores, como consecuencia de la desconfianza adicional que va a generar este suceso. Si a perro flaco todo son pulgas, a empresas con problemas de pago todo son acreedores.

¿Engaño? En principio y salvo que se demuestre lo contrario, más bien hay que hablar de “seducción”. Un empresario busca inversores; la banca se niega a ampliarle el crédito y busca refugio en la colocación de deuda privada y también en una ampliación de capital. Encuentra gente dispuesta a arriesgarse con él. La crisis del momento y los problemas estructurales de muchas de las empresas hacen el resto. Nadie obligó a los inversores a colocar su dinero en manos de estos empresarios y, si lo hicieron, fue porque voluntariamente decidieron apostar por ese caballo. Unos días se gana y otros se pierde. Capitalismo en estado puro, nada más. El resto son milongas pamperas.

El pequeño matiz de esta historia está en un estudio sociológico que nadie ha hecho todavía y que echo en falta. ¿Qué motivó a esos 5.000 inversores a poner su dinero en manos de este empresario? ¿Sólo la búsqueda de una alta remuneración para sus ahorros? En este caso no lo creo. Tengo para mí, que en muchos de esos inversores había también una motivación romántica. La de ayudar al pobre Don José María a reconstruir el panal que, pensarán, le robó el PSOE en aquella primera legislatura de Felipe González.

Creo firmemente en la libertad de Ruiz Mateos y los suyos para hacer negocios y arruinarse, de la misma forma que esos inversores han optado, libremente, por colocar parte de su patrimonio en el proyecto. No hay que rasgarse las vestiduras por ello. Son cosas de la vida. Ahora bien, lo que el Código Penal debería recoger es un castigo severo e inflexible para cualquier empresario que levanta los dedos haciendo la señal de victoria, el mismo día en que anuncia que deja de pagar sus deudas y que va a proponer a sus acreedores apuntar una parte de las mismas en la barra de hielo. Lo de arriesgar y perder es capitalismo, lo de los dedos es tomadura de pelo.

Por Manu Alvarez

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