Uno de los problemas de gobernar –da igual si es un país o una empresa- es que las decisiones tienen ida y vuelta. Ida, el día que se toman. Vuelta, cuando se cosechan las consecuencias. Así, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pudo quedarse de lo más tranquilo tras su llegada al poder cuando anunció que mantendría la moratoria nuclear. El mensaje fue bien recibido por la mayoría de la población, a quien la energía nuclear le produce, cuando menos, miedo. Pero se olvidó de explicarnos a todos, quizá intencionadamente entonces, que esa decisión tenía un precio, traducible a euros y cuyos detalles se pueden apreciar hoy mejor que nunca.
El dinero que los españoles pagan en la factura de la luz tiene distintos destinos. El 57%, aproximadamente, está destinado a pagar los costes de producción y distribución. El 43% restante se va en impuestos y otras remuneraciones más o menos obtusas. Pero ese 57% no llega para pagar el coste real, de ahí que el Gobierno le deba en “subvenciones pendientes” al sector eléctrico la escalofriante cifra de 20.000 millones de euros. Céntimo arriba o abajo, el presupuesto del Gobierno vasco de casi dos años completos. Y la cifra no deja de crecer.
En los últimos 20 años, la generación de bajo coste –hidroeléctrica y nuclear- apenas ha crecido en España, pese a que en estos 20 años se ha duplicado el consumo. Si en 1990 la generación nuclear suponía el 36% de la generación total, en la actualidad no pasa del 18%. Para complicar aún más el capítulo de costes, durante estos años han proliferado las renovables subvencionadas –eólica y solar, principalmente- que son como el chiste del tornillero de Eibar: cada megawatio de más que producen son una sangría para el bolsillo nacional. El pasado año el Gobierno concedió a los productores de ambos sistemas subvenciones por un importe superior a los 6.000 millones de euros… que también se dice pronto. Y de la subvención al carbón nacional mejor me olvido, porque quien haya intentado alguna vez entrar en Langreo en plena acción de protesta de los mineros –y yo lo hice una vez, con el ‘salvoconducto’ de estar citado con un líder sindical- sabe que con las cosas de comer no se juega. El binomio tiragomas-tuerca te cura cualquier duda que tengas al respecto.
En fin, que Zapatero tiene otra tarea pendiente: explicarle a los ciudadanos que la decisión de ayer es consecuencia de otras que han adoptado su gabinete y otros anteriores años atrás. Y que lo de la energía, cuando más verde, más cara. No vaya alguien a pensar que lo de subir los precios de la luz el 9,8% lo hace porque haya decidido pegarle un ‘calambrazo’ a sus votantes.