¿Se acuerda alguien cómo denominó José María Gorordo, entonces alcalde de Bilbao, el inicio de la alianza entre la Caja de Ahorros Vizcaína y la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, que permitió el nacimiento de BBK? Yo sí: “Integración Parcial y Sucesiva”. Ahí está la hemeroteca para el que tenga interés. El asunto terminó de la misma forma que, según César Alierta, caen las balas en la mili: “por la ley de la gravedad y por su propio peso”. Fusión pura y dura. Los artificios duran un tiempo, pero sólo eso. Luego se impone el sentido común.
Nunca hasta ahora, pese a los ríos de tinta que han corrido sobre el asunto, había pensado que la fusión era posible. ¿Qué ha cambiado? Varias cosas. La crisis ha debilitado la posición individual de cada entidad financiera. Seguir en solitario es más difícil. Además, el Banco de España se ha puesto pesado, exigente, para dejar cerrado el nuevo mapa de cajas de ahorros antes de que finalice el año. La imagen exterior de España y su incidencia en el mercado de capitales es la clave que se esconde detrás de ese movimiento.
Pero, con ser importantes, esos elementos conforman el “ambiente” que rodea al proyecto de fusión. La diferencia fundamental en este tercer intento es la aparente unanimidad que se ha despertado entre los partidos políticos que tienen la capacidad de sacar el proyecto adelante o paralizarlo: PNV, PSE y PP. Las peripecias anteriores ya han demostrado que los tres deben estar de acuerdo o, de lo contrario, algo falla.
La posición del PP ha evolucionado. La disyuntiva ya no es elegir entre independencia de la Caja Vital o fusión. Ahora es fusión o fusión. Sólo queda elegir el ‘novio’. El cambio de escenario es determinante y por eso creo que esta vez la fusión, mejor ‘fría’ para no calentar el amiente preelectoral, ahora es posible. Los próximos días, las próximas semanas, van a ser claves. Como las balas en la mili.