La contumaz insistencia en atornillarse al cargo que ha demostrado el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, a pesar de los líos en los que está metido, comienza a ser sospechosa. No hay razón alguna que justifique su decisión de permanecer en el puesto de máxima representación de los empresarios españoles. Al menos no parece que haya razones confesables.
La disonancia es de tales proporciones que la única razón que puede animar esta estrategia es el deseo de parapetarse detrás de la presidencia de una organización tan influyente -al menos hasta ahora- como la CEOE, para eludir algunas responsabilidades y quizá también algunos problemas mayores. Comienza a extenderse la idea de que de no ser Díaz Ferrán presidente de CEOE, Caja Madrid ya hubiese elegido el camino del juzgado de guardia para presentar una denuncia contra él. Y no por el mero impago de un crédito de 26,5 millones de euros, sino por haber defraudado la confianza de la entidad financiera -de la que además es consejero- al aportar unas garantías para avalar sus créditos que estaban ‘averiadas’: habían sido ya comprometidas con anterioridad con otra entidad financiera, Banesto, en otro crédito. Seguro que cualquier abogado es capaz de encajar esta acción en el derecho penal.
No parece que la trayectoria de Díaz Ferrán en los últimos meses sea modélica, pero da igual. Supongamos que ha hecho una gestión excelente, pero que una mezcla de azar, crisis económica y circunstancias no controlables han llevado a una de sus empresas más conocidas, Air Comet, a la suspensión de pagos y a una inevitable liquidación. Supongamos que, además, a pesar también de una magnífica gestión, los mismos problemas han llegado a colocar en problemas a la cabecera del grupo, Viajes Marsans. ¿No es más sensato que Díaz Ferrán dedique ahora todos sus esfuerzos personales a salvar lo que tiene colgando de un hilván, en vez de gastar su tiempo en los órganos de gobierno de la patronal española? El no lo entiende así. Quizá porque no escucha a los empleados de sus empresas.
En la reunión de la cúpula directiva de CEOE celebrada en diciembre, la ovación cerrada de sus miembros a Díaz Ferrán quiso transmitir un mensaje de ánimo. La ovación un poco más ‘abierta’ y menos cerrada cosechada en la reunión de esta misma semana, me temo, tiene otra traducción e indica el camino de la puerta de salida.