El anuncio realizado ayer por Dubai World, el conglomerado empresarial del Emirato Árabe que ha protagonizado la conversión del desierto en un oasis de lujo y glamour, de que necesita una urgente renegociación de su deuda y una moratoria de seis meses en el pago de la misma, ha vuelto a hacer saltar todas las alarmas mundiales. 60.000 millones de dólares de créditos tienen la culpa. Suena a suspensión de pagos.
Al margen de los problemas de esta compañía, propiedad del Gobierno de Dubai, la noticia tiene varias lecturas. La primera, que la crisis financiera internacional no está resuelta, como algunos querían hacer ver. La segunda, que los activos en manos de muchos inversores –rebusquen en los cajones de sus fondos de inversión para ver si tienen ‘papelines’ de Dubai World’- o de los bancos, aún no han pasado la prueba del 9 respecto a su solvencia. La tercera, que van a ser necesarios muchos meses más, quizá años, para que los balances de entidades financieras o inversores puedan ganar la credibilidad que necesita el mercado. Esta crisis, que comenzó por ser financiera, ya es más global: es una crisis de confianza a todos los niveles y en todos los sectores. Y la confianza no se recupera de la noche a la mañana, por mucho que algunos gobernantes se empeñen en asegurar que “lo peor ya ha pasado”. La cuarta y última lectura es la depresión de comprobar que el último reducto de liquidez que quedaba, los famosos “fondos soberanos”, también pueden estar aquejados de debilidad.
Bueno, quizá haya otra lección que extraer, aunque ésta yo la tengo aprendida desde hace más o menos 29 años, el mismo tiempo que llevo en el mundo del periodismo: Nunca te creas los mensajes de una empresa que suenen a publicidad. Por ejemplo, ese tan manido últimamente de “estamos orientados al cliente”, que siempre trae a mi mente otro del estilo: “¡¡¡Quietos, no lo vayais a arrollar!!!”. “The sun never sets on Dubai World!” “El sol nunsa se oculta sobre Dubai World”, puede leerse aún en la página web de la compañía. Pues ahora no hay más que sombras……
Ojo al Cristo, que es de plata