La próxima semana se consumará el relevo al frente de Innobasque, tras la decisión de su actual presidente, Pedro Luis Uriarte, de dar un pequeño portazo y dejar que sea otro el que se agote intentando dirigir un buque con aspecto de trasatlántico pero que, en realidad, es algo parecido a la maqueta que usó la industria del cine para rodar la versión moderna de Titanic. Esto es, mucha apariencia exterior y poco contenido. En cualquier caso, lo que sí parece seguro es que al final habrá hundimiento. No está claro si estará la orquesta tocando en cubierta en ese momento y tampoco tendrá el atractivo de contar con la presencia de Leonardo DiCaprio o Kate Winslet.
¿Quién es el sucesor de ‘Plus’ al frente del cascarón en que se ha convertido Innobasque? De momento el nombre se mantiene guardado bajo siete llaves. Pero es lo de menos. Lo más complicado va a ser encontrarle un contenido porque, en realidad, todo el mundo está buscando una muerte dulce.
Innobasque nació mal, medio embarazada. A saber. Alguien, en las más altas alturas del Gobierno vasco, quería crear la Agencia Vasca de la Innovación, como auténtico brazo ejecutor de todas las políticas públicas en materia de Innovación, Investigación y Desarrollo. Primero llegaron las disputas internas. ¿Debía depender de Industria o de Educación, por aquello de que en la Universidad también, es un suponer, hay investigación? ¿Y donde quedaba la influencia de Agricultura, dado que también en el sector primario –sin ánimo de herir- se investiga? Ahí están las ‘pajuelas’ –no quiero cachondeos, es el nombre técnico y punto- que produce Aberekin para inseminar vacas por doquier en el agro vasco. Con semejante carajal interno era imposible.
En realidad, pocos, salvo Juan José Ibarretxe, querían aquella historia. Al resto de su gabinete, en realidad, le costaba un dolor. Tenían poco que ganar y mucho que perder. Así que al entonces lehendakari se le ocurrió una envolvente de las suyas. Esto es, pedirle a otros que hagan lo que tú quieres hacer y no sabes cómo. Es su estilo. Así nació Innobasque, como una supuesta iniciativa de empresas y entidades privadas –hubo que buscarlas a posteriori para vestir el muñeco-, pero con un presupuesto público de los que marean. Pero los medio embarazos, no funcionan jamás.
Pedro Luis Uriarte ya ha dejado claro y por escrito que las circunstancias familiares e institucionales le llevan a dar por cerrada su tarea. Lo primero es cierto. Me consta que su santa esposa está un poco harta de que ‘Plus’ dedique las mismas horas a ‘enredar’ por ahí, que cuando era vicepresidente del BBVA. Pero eso no lo arregla esta dimisión. Hace años, cuando dejó la vicepresidencia del banco, una colaboradora suya me dijo: “Se inventará algo para seguir en activo. Pedro Luis no es capaz de superar la idea de que en casa hay un ser humano que se llama ‘interina’, que puede darle órdenes: señor, ¿puede salir del salón? Voy a pasar la aspiradora. Que le den una orden, aunque sea en casa, es más de lo que puede soportar”.
Lo segundo, la cuestión “institucional”, también es cierta. Sabe que el actual Gobierno –como el anterior, para qué engañarnos- no está por la labor de darle más cuerda. Y aunque Pedro Luis es un maestro del escenario y se esfuerce por asegurar que su etapa y su labor ha terminado –en los próximos días repetirá esto hasta el hartazgo-, quienes de alguna u otra manera hemos tenido la oportunidad de conocer sus ambiciones en este tema desde el principio, sabemos que no ha llegado ni al 2% por ciento de sus metas.
Él es un ejecutivo e intuyo que ya estaba un poco harto de jugar el papel de ‘telepredicador’. Un papel que, por cierto, le encanta; con el que hubiera podido ganarse perfectamente la vida de haber nacido en Estados Unidos, pero que cansa. Quería pasar a la acción, tomar decisiones o, al menos, convertirse en el gran oráculo de la innovación vasca, cuyo dedo índice señala el camino a seguir, los proyectos a impulsar, los que dejar en la cuneta o las subvenciones a conceder. Pero, de nuevo el medio embarazo. ¿Cómo dejar que un privado diseñe la política pública? Eso jamás lo veremos. Cada uno en su sitio.
En fin. Como en el Titanic. El que quiera rezar, que lo haga. El que desee escuchar los violines de la orquesta, que no se pierda los próximos actos institucionales convocados por Innobasque. Como en el trasatlántico mientras comenzaba a escorarse, habrá risas, grandes discursos, anuncios de proyectos de futuro e incluso champán. Comienza el réquiem. Y yo, la verdad, lo único echaré de menos será la sonrisa lánguida de Kate Winslet.