Aquel día, el interrogatorio más duro correspondió al hasta ayer presidente de la Caja Castilla-La Mancha. Hernández Moltó puso cientos de kilómetros de distancia entre Mariano Rubio y el PSOE, aquella tarde en la que pronunció la famosa frase: “¡Míreme a la cara señor Rubio, míreme a la cara!”. El diputado socialista recordó que cuando estalló el caso Ibercorp, en 1992, el PSOE le había respaldado. Incluso Felipe González había llegado a asegurar que ponía la mano en el fuego por el entonces máximo responsable del “Banco España”, como lo llamaba el propio Rubio. Las dudas sobre si había favorecido o no a sus amigos eran una cosa. La evidencia de que el guardián del Tesoro defraudaba a Hacienda, era más de lo que se podía soportar.
Ayer por la tarde, casi quince años después, quizá Mariano Rubio, allá donde esté, esbozó una sonrisa malévola al conocer la decisión del Banco de España de intervenir la caja de Hernández Moltó, que se ha convertido en el primer cadáver de la crisis financiera en España. Desgraciadamente, intuyo que no será el último.