Hace tan sólo unas semanas, el Gobierno vasco reiteró –lo había dicho varias veces más desde mediados de 2008- que Euskadi no entrará en recesión en 2009. La encargada de lanzar el mensaje, en ésta y en anteriores ocasiones, fue la vicelehendakari y responsable de los asuntos económicos del Ejecutivo, Idoia Zenarruzabeitia. Hoy, insisto, apenas unas semanas después, nadie es capaz de apoyar al gabinete de Juan José Ibarretxe en semejante negación.
Los últimos en augurar que el País Vasco entrará también en recesión, esto es, que tendrá un segundo trimestre consecutivo de descenso de su Producto Interior Bruto, han sido los expertos de la Fundación de Cajas de Ahorros, FUNCAS, que han pintado un panorama extraordinariamente negro para la economía en los próximos dos años. Antes lo habían hecho otros más. Algunos sindicatos, responsables de cajas de ahorros vascas, analistas independientes –de los que no se presentan a elecciones y por ello no tienen la necesidad de mentir descaradamente- y otra gente de mal vivir, habían visto con claridad lo que el Gobierno se negaba a reconocer.
Si alguien repasa la hemeroteca podrá apreciar que ya desde el último trimestre de 2008, Eusko Alkartasuna, socios de PNV y EB en el Ejecutivo vasco, había comenzado a distanciarse de la tesis oficial. Con mesura, sin generar enfrentamientos o crisis entre compañeros de Gobierno, los mensajes públicos que lanzaban eran un poco más realistas, admitían no sólo que la crisis había llegado a Euskadi, sino también que la industria iba a sufrir mucho. Dirigentes de EA tomaron la decisión, a finales del pasado año, de pedir al ex consejero de Hacienda del Gobierno vasco y ex vicepresidente del BBVA, Pedro Luis Uriarte, una ‘clase teórica’ sobre lo que, a su entender, se nos viene encima. Al parecer, Uriarte, pedagógico y clarificador donde los haya, fue tajante al aventurar que Euskadi iba a sumergirse en la crisis con toda crudeza y que la recesión estaba cantada.
No podíamos ser una isla. Si los principales clientes de las empresas vascas están en recesión, lo lógico es que el virus se extienda por este territorio con parecida intensidad. La crisis no es española, ni siquiera europea, es mundial. Tampoco es industrial, es financiera, al menos en su origen. Ha afectado de forma contundente al sector de la construcción, pero se ha extendido ya al automóvil –este sí que nos ha cazado- y va a hacerlo con similar intensidad en el turismo y en todos los servicios conexos a todas esas actividades. Y va para largo.
Pasadas las elecciones, ¿reconocerá el Gobierno sus errores en esta materia? Me atrevo a anticipar un rotundo “no”. Tampoco creo que su futuro laboral esté en el sector de las predicciones. Ni meteorológicas, ni económicas. En las dos materias ha andado un poco flojeras.