Os he estado hablando desde la primera entrada del blog que el objetivo principal de nuestro proyecto es la vigilancia sismovolcánica del volcán, porque como ya os he contado muchas veces, Isla Decepción no es más que la parte emergida de la caldera de un volcán.
Para poder establecer ese semáforo necesitamos “escuchar al volcán”. Los ruidos que se producen en el volcán, ya sea por pequeñas fracturas, o las vibraciones que se producen cuando un gas viaja a través de un conducto, que no son perceptibles para el oído humano, pero sí lo perciben nuestros sensores: los sismómetros. Para lograr esta monitorización de la actividad sísmica tenemos una red formada por 4 estaciones sísmicas desplegados por la isla: en colina sísmica, en obsidianas, en cráteres del 70 y en refugio chileno. Estas estaciones están enlazadas vía wifi con un ordenador en el que se visualizan los diferentes eventos que se producen en tiempo real lo que se registra en cada estación, para en caso de terremoto acudir allí rápidamente y ver qué ha ocurrido.
A última hora de la tarde y antes de la reunión con el jefe de la base, nos descargamos los datos que han ido registrando las estaciones en las últimas 24 horas y realizamos el “conteo”. Lo llamamos así porque “contamos” cuántos eventos han ocurrido en estas 24 horas. Tras el conteo y la evaluación de los mismos y el análisis de estos resultados se determina el color del semáforo volcánico. El color del semáforo indica precisamente el nivel de alerta al que nos enfrentamos.
Como veis el semáforo es una herramienta con la que asesoramos al jefe de la base diariamente sobre el nivel de emergencia volcánica. Si todo sigue con luz verde, como ha ocurrido durante toda la campaña, podemos realizar nuestras actividades con normalidad. Pero en caso de encontrarnos en otra situación de alerta o de riesgo, el jefe de la base evalúa la situación y en caso necesario, pone en marcha el plan de emergencia volcánica que tiene como objetivo evacuar la isla eligiendo la ruta de evacuación y el campamento temporal más adecuado en función de la situación del volcán, el lugar de la erupción y la deriva de la nube de cenizas si existiese. Esta ruta de evacuación se decide con el responsable de montaña, el Cap. Barba, quien además nos repartiría una mochila de supervivencia a cada uno, con ración de comida para 3 días, un saco de dormir, una tienda de campaña… A la espera de que algún barco pueda venir a rescatarnos.
Pero como os he dicho, al volcán no se le han subido los “colores” en toda la campaña.