No, no me he vuelto loca. La isla de El Hierro no ha cambiado de color, ni se ha vuelto multicolor, pero sí lo ha hecho el semáforo volcánico. ¿Os acordáis de lo que era? Os lo vuelvo a explicar, es muy fácil, funciona igual que un semáforo de tráfico.
Os contaba que en la Antártida me encargaba de la vigilancia sismovolcánica de la isla, que no es otra cosa que identificar, contabilizar y clasificar los terremotos. En este caso, lo llamamos vigilancia sismovolcánica porque son terremotos de origen volcánico. Pero no éramos los únicos en vigilar el volcán. También teníamos un equipo que estudiaba la deformación de la isla y otro equipo que se encargaba de la geoquímica de gases. Todos estos parámetros son muy importantes para estudiar los volcanes, ya que son nuestros ojos para saber si algo está pasando o no en las profundidades. Cualquier anomalía en uno de estos parámetros es síntoma de que algo sucede. A partir de estos datos podemos definir nuestro semáforo:
1) Verde: Si no hay incremento de la sismicidad, si no se registra deformación… Podemos hablar de una situación de normalidad y, por tanto, establecer un semáforo verde que nos indica que podemos hacer vida normal.
2) Amarillo / Naranja: Si por el contrario se registra más actividad sísmica de lo normal, si se observa una deformación, si aumenta la concentración de gases típicamente volcánicos…. Si cambian esos observables, algo está cambiando. Debemos estar más atentos a lo que pasa, debemos de ampliar la vigilancia… Debemos de estar en alerta y por eso, ponemos el semáforo en amarillo o naranja.
3) Rojo: Normalmente un semáforo volcánico rojo implica una erupción inminente o una erupción en curso. Por tanto, creo que todos sabemos lo que eso conlleva.
Pasar de un estado del semáforo a otro es complicado. No puede hacerse mediante fórmulas matemáticas y no es fácil decidir cuándo pasamos de un estado de normalidad a un estado de alerta, con todo lo que supone.
Esa misma situación se ha dado hace unas horas en El Hierro. Han pasado de un semáforo verde a un semáforo amarillo/naranja, lo que implica que están en una situación de alerta. No quiere decir que mañana vaya a pasar a semáforo rojo o que dentro de una semana vaya a haber una erupción, no. Quizás dentro de 5 días todo vuelve a la normalidad y volvemos a tener semáforo verde. Pero de momento, estamos “amarillos”.
¿Qué es lo que ha pasado para estar en alerta? Esos observables de los que os hablaba antes (sismicidad, deformación, gases) se han vuelto anómalos. Sí, sí, se han vuelto “locos”. Han aumentado los terremotos, y la población los ha sentido. En la figura que os dejo por aquí abajo (la podéis ver actualizada aquí) todos los puntos de color rojo y azul son los terremotos que se han registrado en los últimos 3 días. El resto son todos los que se han ido registrado desde julio del año pasado, cuando empezó la crisis en El Hierro. Estos 3 días se han registrado 598 terremotos y, además, 30 de ellos han superado los 3 grados en la escala de Richter. Como estamos acostumbrados a oír terremotos devastadores de 8 o 9 grados, 3 grados puede resultar ridículo. Sin embargo, es una magnitud considerable en las zonas volcánicas, ya que difícilmente se alcanzan los 5 grados.
También se ha registrado una deformación en la vertical y en la horizontal de la isla de unos 2 y 3 cm. Entre julio y octubre del año pasado se llegó a registrar una deformación de 5 cm, pero mucho más lenta que la que se puede ver ahora.
Y por último, también se ha registrado un incremento en He, que está relacionado con la actividad magmática.
Los terremotos nos indican que algo se está moviendo bajo El Hierro. La deformación nos indica que algo se está almacenando y está abombando la isla y, además, ese algo que se está almacenando y moviendo está emitiendo más gas del normal. Parece que algo se está cocinando allí abajo.
Lo sé, sé que os gustaría que os dijera en qué va a acabar la cosa. Creo que “¿Va a haber erupción?” vuelve a ser la pregunta del millón. Ojalá os pudiera decir que sí o que no, pero aún es pronto para saber si el proceso evolucionará, si se quedará allí y se enfriará o que pasará. Lo único que podemos hacer es seguir observando los observables, valga la redundancia, que nos ayudarán a entender qué es lo que está pasando.
Aunque lo mismo el magma, entre el calor y la crisis, prefiere quedarse allí abajo, que seguro que mejor que aquí arriba, estará.