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Janire Prudencio

Una científica vasca en la Antártida

Videoconferencias con los niños

Hay algo que fue muy especial para casi todos los componente de esta campaña antártica de la que todavía no os he hablado. Si mi memoria no me falla, creo que este era el segundo año que realizaban algo similar y la verdad es que tuvo mucho éxito. Os estoy hablando de las videoconferencias que realizábamos con colegios de toda España. Durante esta campaña se han hecho exactamente 30 videoconferencias. Quizás el año que viene, alguno de vuestro hijos también puede participar en una experiencia tan positiva para todos.

Para nosotros, militares y científicos, que estábamos en la base era como un soplo de aire fresco, una inyección de energía positiva. Y supongo que para los niños con los que hablamos era algo exótico, y es que todos los días no se habla con la otra parte del mundo. Lo que más me gusta de los niños es lo impredecibles que son, esa espontaneidad que tienen que desgraciadamente perdemos con la edad la mayoría de nosotros.

Casi siempre realizábamos las videoconferencias a la hora del desayuno, las 9 para nosotros, pero la 13 del mediodía en España. Algunas veces teníamos que madrugar un poquito más, pero merecía la pena. Bea y Fer, los de comunicaciones, dejaban todo listo la noche anterior y utilizábamos todo el ancho de banda del que disponíamos para que tuviéramos los mínimos cortes posibles.

Comenzamos…

Antonio, el jefe de base, siempre hacía una pequeña introducción sobre nosotros y procedía a explicar dónde estaba la Isla Decepción, cómo era el viaje hasta llegar allí, hablaba sobre la fauna que tanto llama la atención… Y a continuación uno a uno íbamos explicando cuál era nuestra labor en la isla. Siempre había algún militar que contaba que vivíamos en una ciudad en miniatura y hablaba sobre el equipo humano. Los científicos hablábamos un poco sobre nuestros proyectos y dábamos paso a los niños y a sus preguntas.

Tuvimos de todo: grupos grandes y grupos multitudinarios, niños muy pequeñitos y otros más grandes…pero siempre, fuesen grandes o pequeños, siempre tenían alguna pregunta que nos hacía sonreír. Bien fuese porque se habían confundido un poquito o porque nos pillaban y ninguno de nosotros tenía respuesta. Fue una experiencia muy bonita, ya no sólo contestar las preguntas, sino sobre todo hacerles ver a los niños que dentro de unos años pueden estar ellos haciendo videoconferencias con otros colegios de España, animarles a estudiar y a inculcarles un poquito de amor por la ciencia.

A todos los niños, y no tan niños, con los que hicimos tantísimas videoconferencias a lo largo de la campaña me gustaría mandarles un beso muy grande.

Fue todo un placer hablaros sobre nuestro trabajo.

PD. Si os apetece, cuando empiece la nueva campaña podéis sugerirle al colegio de vuestros niños que organicen una videoconferencia, ¡seguro que no lo olvidan!

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