Hoy empieza la Iditarod, la más prestigiosa y dura de las carreras de trineo. Los perros que participan en esa carrera son los mejores perros de trineo que existen, los más seleccionados y los mejor entrenados. Los perros de trineo son, seguramente, los mamíferos de mayor resistencia física. Toman parte en carreras de larga duración, -de tres días a dos semanas, con algunos intervalos de varias horas intercalados para el descanso-, y bajo condiciones térmicas extremas, siempre por debajo de los 0ºC.
El corazón de los perros de trineo es capaz de responder a un amplísimo rango de niveles de actividad. Late a 40-60 pulsaciones por minuto (min-1) mientras duermen y alcanza frecuencias en el intervalo de 80 a 100 min-1 al andar. La excitación propia de los instantes anteriores a comenzar una carrera eleva la frecuencia cardiaca a los 100-150 min-1, y llega a 300 min-1 en plena carrera. Son cifras asombrosas.
De entrada hay que decir que esos valores de frecuencia cardiaca corresponden a animales relativamente pequeños, de unos 25 kg, por lo que no son comparables con valores equivalentes a los de, por ejemplo, un ser humano de 75 kg. Por esa razón, para poder establecer comparaciones con datos que nos resultan más familiares, he calculado los valores que hubiesen correspondido a perros de 75 kg, siguiendo un procedimiento estándar, habitual en este tipo de comparaciones (*).
La frecuencia cardíaca correspondiente a un ejemplar de 75 kg en condiciones de reposo sería de 30-45 min-1; en ese rango se encuentran las frecuencias de latido propias de deportistas de resistencia de alto nivel, como ciclistas y corredores de fondo. Por lo tanto, en lo relativo a las condiciones de reposo, el corazón de los perros de trineo funciona de un modo similar a como lo hace el de esos atletas de fondo.
Las cosas, sin embargo, cambian de manera notable cuando analizamos los valores que se registran en plena carrera (300 min-1). La misma operación realizada antes nos da que la frecuencia que hubiera correspondido a un ejemplar de 75 kg es de 225 min-1. Se trata de un valor muy alto. De hecho, el límite aeróbico de los ciclistas de fondo, por ejemplo, se encuentra en el entorno de 180 min-1 (**); esto quiere decir que si el corazón ha de latir por encima de esa frecuencia, ello es indicativo de que una parte de la energía (ATP) ha de ser suministrada por vías anaerobias (fermentación láctica). Y sin embargo, a los perros de trineo no les ocurre tal cosa; es más, el metabolismo de estos perros en carrera viene a ser el 50% del metabolismo aeróbico máximo. Esto es, el corazón podría seguir aumentando su frecuencia de latido todavía más, y aun así, se encontraría lejos del límite aeróbico.
Lo que indican estos datos es que los perros de trineo tienen una capacidad metabólica impresionante. Al correr desarrollan una potencia enorme y a pesar de ello, todavía se enuentran lejos de la potencia máxima que podrían desarrollar. El corazón, su enorme versatilidad, es clave para poder desarrollar esa potencia, pero como veremos en las siguientes dos entradas, no es la única clave.
(*) Los animales grandes tienen frecuencias de latido menores que las de los animales pequeños. La ecuación que relaciona la frecuencia cardíaca (f) con el tamaño (W) está bien establecida y mediante la expresión f1=f2(W1/W2)-0’25 puede calcularse la frecuencia (f1) que correspondería a un ejemplar de masa W1 si se conocen la masa (W2) y la frecuencia cardíaca (f2) de otro ejemplar de diferente tamaño.
(**) El dato se lo oí a Tony Rominger cuando, en vísperas de ganar la Vuelta a España, explicaba a un sorprendido periodista deportivo que en la prueba cronometrada previa a una dura etapa de montaña había mantenido su corazón a una frecuencia inferior a esa al objeto de no agotar sus reservas de enegía (glucógeno en ese caso).