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El calefactor de los bebés

El metabolismo es la principal fuente de calor de todos los animales homeotermos. Sin esa fuente no serían capaces de mantener constante la temperatura corporal, no al menos en los valores característicos de la gran mayoría. La producción de calor se deriva de la actividad metabólica global, pero algunos homeotermos disponen de un tejido especial cuyo cometido específico consiste en producir calor. Ese tejido es la denominada “grasa parda”.

La grasa parda y la grasa blanca son los dos tipos de tejido graso con que cuentan los mamíferos; son muy diferentes. La grasa blanca puede desempeñar diferentes funciones, dependiendo de su composición y su localización, pero tratándose de un compuesto con un alto contenido energético, su cometido principal es el de actuar como principal reserva energética.

La grasa parda, por el contrario, tiene una única función, la de producir calor. En las células que forman el tejido de la grasa parda hay lípidos, por supuesto, pero junto a los lípidos hay mitocondrias, muchas mitocondrias, y hay además una alta densidad de capilares sanguíneos. Que en los adipocitos (células llenas de lípidos) que conforman la grasa parda haya muchas mitocondrias y que en el tejido haya abundantes vasos sanguíneos quiere decir que se trata de un tejido metabólicamente muy activo. Lo curioso es que esa alta actividad metabólica no se traduce en la realización de ningún trabajo, ni biológico ni físico. Desde ese punto de vista, se trata de un tejido “inútil”. Pero produce calor; es esa su única función.

Como es bien sabido, el objeto y la consecuencia principal del catabolismo de sustratos energéticos es producir adenosina trifosfato (ATP). Como sus enlaces fosfato contienen mucha energía química, pueden desempeñarse un buen número de actividades (contracción del músculo, transporte de sales, síntesis de proteínas, absorción de nutrientes y otras) haciendo uso de dicha energía. Sin embargo, en la grasa parda no se produce ATP como consecuencia del catabolismo de los lípidos que contiene; en los adipocitos de este tejido el catabolismo de los sustratos y la vía de producción de ATP se hallan desacopladas. Eso ocurre debido a la acción de una proteína desacopladora (UCP), también denominada termogenina.

La grasa parda cumple una función esencial en los mamíferos que hibernan, aunque el asunto de la hibernación lo dejaremos para otra ocasión. Y en los mamíferos recién nacidos también cumple un papel de gran importancia. De hecho, el calor producido por el catabolismo lipídico es imprescindible para compensar las pérdidas de calor que sufren y mantener así el balance térmico estable.

En los bebés recién nacidos la grasa parda puede representar un 5% de la masa corporal. Al ser de tamaño tan pequeño tienen una superficie corporal muy grande con relación a su volumen (o masa), por lo que, comparativamente, pierden mucho más calor que los individuos grandes; además, tienen una cabeza de gran tamaño (también en relación con su masa) y como es sabido, la cabeza es la parte del cuerpo por donde más calor se pierde. Por si todo esto no fuera suficiente, debido al insuficiente desarrollo del tejido muscular, no son capaces de tiritar ni de realizar ningún otro tipo de contracción muscular efectiva. Así pues, los bebes tienen muy buenas razones para disponer de un tejido específico para producir calor.

Luego, al crecer, adquieren la capacidad de tiritar y de contraer la musculatura general con eficiencia, y junto con eso, van perdiendo la grasa parda. O al menos, eso es lo que pensábamos antes. Porque resulta que hace poco se ha descubierto que algunas personas adultas no han perdido toda su grasa parda. Se desconoce la razón por la que unos la han perdido y otros no, pero los investigadores que se han ocupado de esta cuetión han hecho una interesante observación: quienes no han perdido la grasa parda están más delgados que los demás. Lo más probable es que gracias al metabolismo que desarrolla esa grasa, una parte de la energía absorbida se disipe en forma de calor, razón por la que no se deposita en los tejidos.

Cabe decir a este respecto que ya se han empezado a valorar las posibilidades del uso de la grasa parda como método de adelgazamiento. Para ello, se requiere analizar la viabilidad y consecuencia de la eventual implantación de grasa parda a las personas que carecen de este peculiar tejido termogénico.

Por Juan Ignacio Pérez

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