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La rata obesa

Su nombre científico es Psammomys obesus. Vaya nombre! Pero al parecer, se lo tiene bien ganado, el macho sobre todo. Vive en el noreste de África y en el oriente próximo; esto es, se distribuye desde Argelia hasta las regiones de las dos orillas del Mar Rojo. Lo cierto es que no es una rata, sino un jerbo, y es un animal bien conocido por los especialistas en algunos campos de la biomedicina.

Vive en los desiertos, en lugares donde hay muy poca vegetación y menos agua. Su principal alimento consiste en Atriplex halimus, un matorral que crece en tierras con alto contenido salino, donde ninguna otra planta puede vivir. Se alimenta de las hojas de ese matorral y excava sus huras en sitios donde abundan. Atriplex es una planta de muy bajo valor nutricional; de hecho, la rata obesa es el único animal del que se sabe que la consume en el desierto. Por vivir donde vive, en un medio tan extremo, la rata obesa no tiene competidores. Es un animal que desarrolla muy poca actividad; se podría decir que como no hay ningún otro animal que compita con ella por el alimento, puede permitirse el lujo de vivir “despacio”. Viviendo despacio gasta poca energía y eso le conviene, por vivir en un medio muy cálido, ya que en un medio así, no es fácil disipar el calor que se produce cuando la actividad que se desarrolla es alta.

Como he señalado antes, los matorrales que consume la rata obesa son de muy escaso valor nutricional. Esa es, seguramente, otra razón por la que le viene bien desarrollar poca actividad. Pero desgraciadamente para Psammomys, eso tiene una consecuencia muy negativa: cuando se mantiene en cautividad engorda con gran facilidad, y no solo eso, además padece diabetes tipo II, que es la que se sufre como consecuencia de una dieta y hábitos alimenticios inadecuados. Eso es lo que le ocurre al pobre jerbo por cambiarle la dieta, pues en los laboratorios lo alimentan con piensos y cereales. Por esa razón, la rata obesa es muy utilizada, como modelo biológico, en las investigaciones sobre obesidad y diabetes. En la actualidad solo se crían en cautividad ejemplares pertenecientes a dos linajes; es muy difícil mantenerlos en el laboratorio, ya que mueren con facilidad por culpa de la diabetes.

La rata obesa no bebe agua. Donde vive no la hay. Lame el rocío que queda al amanecer en los matorrales y aprovecha todo lo que puede de los tejidos de la planta, que es muy poco. En cierto modo, su balance hídrico es similar al de la rata canguro que ya hemos visto aquí. Ninguna de las dos especies bebe agua, y en ambas, el mecanismo más poderoso para economizarla es la reabsorción renal, lo que hace que la orina que producen tenga una concentración muy alta de solutos. El jerbo Psammomys produce una orina que es 17 veces más concentrada que la sangre. Es un valor altísimo; recordemos que en la rata canguro la concentración urinaria de solutos era 14 veces más alta que la sanguínea, algo más baja que la del jerbo. Y esa diferencia tiene que ver, seguramente, con la dieta, ya que Atriplex halimus tiene un alto contenido en sales. Así pues, el riñón no solo debe hacerse cargo de un intenso trabajo en economizar agua, sino que debe expulsar las sales que inevitablemente incorpora con la dieta, lo que constituye una severa dificultad añadida.

Por Juan Ignacio Pérez

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