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La extraña pareja

A Ceratias holboelli lo llaman en inglés anglerfish (pez pescador), porque de la parte superior de la cabeza le sale un apéndice o proyección especial. La punta del apéndice en cuestión es luminiscente y gracias a él atrae a sus potenciales presas. Actúa de un modo similar a como lo hace el rape (ver la entrada “El pez pescador), solo que éste utiliza la luz como cebo.

En 1922, el biólogo islandés B. Saemundsson capturó un pez pescador de 66 cm de longitud. Al verlo se llevó una sorpresa, pues encontró otros dos peces mucho más pequeños, adheridos a su superficie. Al principio pensó que eran crías, pero tenían un aspecto muy extraño, como si hubiesen degenerado. Además, mantenían una unión tan íntima con el pez “adulto”, que parecían tener los bordes de la boca fusionados con su piel.

Tres años después, el ictiólogo británico C. Tate Regan descubrió que aquellos pececillos no eran crías, sino machos enanos. Esto es, eran machos adultos, maduros, que vivían pegados a la hembra de forma permanente. Hasta tal punto se encontraban adheridos a la hembra que observó incluso que había continuidad entre los vasos sanguíneos de los pequeños y del grande. En la actualidad se sabe que, una vez se adhieren a la hembra, los machos “renuncian” a la vida libre y pasan a depender absolutamente de aquélla. También se sabe que los machos que no encuentran ninguna hembra a la que adherirse no llegan a desarrollar sus gónadas y mueren en poco tiempo (llegan a vivir unos meses nada más).

A juicio de algunos el pez macho es un parásito, aunque si lo es, se trata de un macho muy especial, ya que surte de espermatocitos a la hembra. Es más, las hembras que no portan ningún macho enano adherido no llegan a desarrollar sus gónadas por lo que, en consecuencia, nunca llegan a tener ovocitos fecundados. A juicio de otros, el pez pescador macho no es más que un pene, pero eso tampoco es correcto. Es cierto que pierde algunos órganos, como los ojos, pero mantiene las branquias, el corazón y los riñones, y son órganos funcionales.

Aunque pueda parecerlo, Ceratias holbelli no es una excepción, ya que hay bastantes especies del Orden Lophiiformes que presentan estas o similares características. En un extremo se encuentran los parecidos a Ceratias, pero también hay especies en este grupo en las que los dos, macho y hembra, tienen vida libre e independiente. Y también hay formas intermedias

Son especies de aguas profundas y normalmente se encuentran en densidades muy bajas, por lo que no es fácil que se encuentren unos con otros. Por ello, el vivir adherido a la hembra debe considerarse como una adaptación a la vida en esas condiciones tan especiales, de manera que una vez que se ha producido un encuentro de macho y hembra, permanecen unidos para el resto de sus vidas

En esas aguas tan profundas también es difícil encontrar alimento, y esa es la razón por la que varias especies de ese Orden han desarrollado el truco de la luminiscencia. La luz del sol no llega a aguas tan profundas y, por ello, la luz que producen unas bacterias simbiontes que se encuentran en la punta del ilicium (el apéndice que semeja una caña de pescar) resulta muy atractiva para las presas potenciales que habitan espacios tan amplios.

Se trata de peces con un modo de alimentación muy especial, pero más que el modo de alimentación, es su estrategia reproductiva lo que los hace verdaderamente extraños. Y ambas características, modo de alimentación y estrategia reproductiva, constituyen adaptaciones a vivir en el medio en que se encuentran.

Por Juan Ignacio Pérez

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junio 2010
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