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Plumas de gorrión

Cuando trabajo en casa, muchas veces levanto la vista de la pantalla y miro al exterior; a veces miro a lo lejos, hacia el Ganeko o el Pagasarri, y otras me quedo contemplando a los gorriones que visitan mi terraza y que van de un lado para otro, dando pequeños saltos, a veces pasando a las terrazas de los vecinos. En esos días que nosotros decimos de perros y los anglosajones dicen de perros y gatos, fríos, desapacibles, a menudo lluviosos, como los que se avecinan, los gorriones tienen una apariencia curiosa.

En esos días de mal tiempo, los gorriones parecen haber engordado de repente, de un día para otro. Más que gorriones, parecen pelotas de tenis con patas. Pero sólo lo parecen; ese aspecto no tiene nada que ver con que estén más o menos gordos, con que tengan más o menos depósitos de grasa. El aspecto esférico que adoptan no es sino el resultado de cómo disponen el plumaje. Adoptan esa disposición para aislarse del exterior y evitar de esa forma perder demasiado calor. Expanden plumas y plumones y generan así una amplia capa alrededor de su cuerpo. Es una capa de aire, el que queda retenido entre los filamentos más finos de las plumas.

Las aves son animales homeotermos y para regular su temperatura corporal deben, cuando hace frío, evitar una pérdida excesiva de calor. El aire es mal conductor térmico, mucho peor que el agua (podemos recordar aquí lo dicho en la entrada “Del desierto a los polos”). Pero puede llegar a producirse una importante pérdida de calor en aire si éste se mueve, si hace viento, por ejemplo. Por esa razón, al generar una capa de aire de cierto espesor que permanece estancado entre plumas y plumones, se minimiza muchísimo esa pérdida. Piensesé que no es casual que se recurra a las plumas para rellenar el interior de fundas de ropa de abrigo o de cama: el aire que retienen en su interior es la mejor garantía de un excelente aislamiento. Imitamos, sí, a las aves.

Como decía, para las aves es un mecanismo de gran utilidad, y sobre todo para los pájaros, porque son muy pequeños. Los animales pequeños tienen, en proporción a su volumen o su masa, una superficie corporal muy grande, mayor que la de los animales grandes. Por esa razón los animales pequeños tienden a perder más calor que los grandes; y por ello, contar con un buen aislamiento térmico en caso de necesidad es especialmente importante en estos animales. Otros, sin ser tan pequeños, nos las arreglamos a base de poner y quitar ropa, pero está claro que puestos a aislar, pocos materiales son tan eficaces como las plumas de las aves.

Por Juan Ignacio Pérez

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