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¿Beben los delfines?

Más de uno pensará que el título de esta entrada es una pregunta retórica. No lo es. Y la respuesta, además, no es fáci. Veamos por qué.

Los mamíferos marinos se encuentran en una situación similar a la de los peces teleósteos marinos en lo relativo a sus relaciones hídricas y salinas. Como en aquéllos, la concentración osmótica del medio interno de ballenas, delfines, leones marinos, focas y similares es relativamente baja, más baja que la del medio externo, el agua de mar. La concentración osmótica de la sangre de los mamíferos es, aproximadamente, un tercio de la del agua de mar. Así pues, la diferencia existente entre la concentración osmótica del medio externo y la del medio interno en mamíferos marinos es muy similar a la de los peces teleósteos. Sin embargo, hay claras diferencias entre esos dos grupos en lo relativo a los flujos de agua y sales entre los dos medios, externo e interno. En ambos casos se produce una tendencia a ganar sales y a perder agua, pero en los mamíferos los flujos son, por comparación, muy limitados. De hecho, los peces sufren una considerable pérdida de agua a través de la branquia, dado que se trata de una superficie que, por razones obvias, no puede impermeabilizarse. Y es por ello por lo que deben beber agua para compensar esa pérdida.

Las cosas son muy diferentes en los mamíferos marinos. Éstos utilizan los pulmones para respirar, y es sabido que bajo el agua no se respira con pulmones, y para ello deben salir a la superficie. Esto es, el agua nunca entra en contacto con la superficie respiratoria. Por esa razón, no pierden agua a través de esas superficies, lo que significa que no sufren un problema hídrico tan severo como el que deben afrontar los peces. Por ello, sus necesidades de beber agua son muy inferiores aunque, lógicamente, siguen necesitando algo de agua. No la pierden a través de la superficie respiratoria, pero sí en forma de orina. No podría ser de otra forma, ya que la urea, que es la molécula mediante la que eliminan los restos nitrogenados, debe ser expulsada disuelta en agua. Esto significa que el agua que utilizan para eliminar la urea debe ser recuperada. Y son dos las vías posibles para recuperar ese agua, bebiendo agua de mar o mediante el alimento.

A la mayoría de los mamíferos no nos gusta el agua de mar; como se ha indicado ya, su concentración salina es tres veces más alta que la de la sangre. De hecho, beber agua de mar puede provocar consecuencias dañinas. Las sales que no se absorben, como sulfatos y magnesio, generarían un flujo osmótico desde el medio interno hacia la luz intestinal, lo que provocaría la deshidratación del medio interno. Y las sales que se absorben provocarían una alteración indeseada de la composición salina del medio interno, por lo que deberían ser eliminadas. El riñón de mamíferos es muy eficaz realizando esa tarea, puesto que es capaz de producir una orina de mayor concentración osmótica que la de la sangre e incluso que la del agua de mar[1]. Pero esa eficacia es limitada y por lo tanto, es mejor que beban la mínima cantidad posible de agua de mar.

Como se ha dicho antes, el alimento puede ser otra vía para recuperar agua. De hecho, es una buena solución para los depredadores que se alimentan de peces teleósteos, pues los medios internos de los depredadores y de sus presas tienen similares concentraciones osmóticas. De hecho, tal y como se ha observado en leones marinos, si se alimentan de pescado, no necesitan beber. Sin embargo, el problema persiste para los que se alimentan de otra forma. Es el caso de las ballenas que se alimentan de krill (pequeños crustáceos), puesto que esos crustáceos tienen la misma concentración osmótica que el agua de mar. Quizás esa es la razón por la que se ha visto a ballenas comiendo hielo.

No es fácil responder a la pregunta que encabeza esta historia. Es sabido que algunas focas y leones marinos beben agua de mar, aunque se desconoce si se trata de un comportamiento ocasional o, por el contrario, lo hacen habitualmente. Es casi seguro que los delfines también beben. Seguramente, unos y otros lo hacen cuando no hay otro remedio; al fin y al cabo, son capaces de producir una orina mucho más concentrada que la del resto de mamíferos. Pero seguramente también se puede afirmar que beberán la menor cantidad posible, pues de lo contrario sería excesivo el trabajo que deberían realizar sus riñones.



[1] Las determinaciones experimentales realizadas en focas y leones marinos indican que su orina puede llegar a ser 2’5 veces más concentrada que el agua de mar.

Por Juan Ignacio Pérez

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