La gacela saltarina (Antidorcas marsupialis) y el reno (Rangifer tarandus) son herbívoros rumiantes. No son muy diferentes, no al menos en lo que se refiere a sus principales características anatómicas.
Pero sí hay rasgos que los diferencian. La gacela saltarina casi no tiene grasa bajo la piel y su pelaje es más bien fino. El reno, sin embargo, tiene una gruesa capa de grasa subcutánea y su piel es de un considerable espesor. La primera vive en la sabana africana y muy a menudo se ve obligada a huir de los guepardos. Al huir a la carrera (o si se quiere, a saltos; de ahí su nombre) el esfuerzo le provoca una fuerte sobrecarga de calor, por lo que es importante que disipe ese calor de la forma más rápida posible. Esa es la razón por la que su aislamiento térmico es mínimo.
El problema del reno es justo el opuesto. El reno vive en clima frío, en el Círculo Ártico, y gracias a su alto grado de aislamiento térmico puede evitar perder demasiado calor. Sólo cuando huye del ataque de los lobos el exceso de aislamiento representa un problema; en esos casos recurre al jadeo, al igual que hacen los perros, para refrigerarse.
La hiena moteada (Crocuta crocuta) y la hiena parda (Hyaena brunnea) viven muy cerca una de
Parece ser que el aislamiento térmico es un rasgo que se modifica con relativa facilidad en función de las condiciones ambientales. Se sabe, por ejemplo, que el capitán Cook, uno de los navegantes más importantes de la historia, llevó cerdos tropicales (Sus scrofa) a Nueva Zelanda. Pues bien, los descendientes actuales de aquellos cerdos, que son salvajes, tienen abundante y muy espeso pelaje, de lo que deduzco que en Nueva Zelanda no hace demasiado calor.