En la entrada anterior me ocupé de Symsagittifera roscoffensis, un gusano plano del filum Acoelomorpha. Ese gusano gusta de tomar el sol, porque contiene una microalga simbionte de la que obtiene energía y componentes estructurales. Pero Symsagittifera no es el único animal que se sirve de algas simbiontes para obtener energía. Hay bivalvos, por ejemplo, que también lo hacen. Uno de esos bivalvos es Tridacna gigas, una especie relativamente común en los arrecifes coralinos del Oceáno Pacífico.
Las especies del género Tridacna utilizan dos modos de alimentación de forma simultánea. Por un lado, son organsimos filtradores, como otros muchos bivalvos; esto es, se alimentan de materia particulada, -microalgas y otra materia orgánica-, en suspensión; para ello bombean agua y la hacen pasar a través de sus branquias, que hacen de filtro, donde queda retenida la materia suspendida en el agua, para después ser conducida a la boca e ingerida. Y por el otro lado, también se benefician de la actividad fotosintética que realizan las microalgas que, en grandes cantidades, se alojan en los bordes del manto; gracias a esa simbiosis obtienen energía y compuestos estructurales adicionales.
Todas las especies del género Tridacna son de cierto tamaño, pero Tridacna gigas es la más grande. Es verdaderamente grande; de ahí su nombre específico gigas, porque es gigante entre los bivalvos. Los ejemplares de esta especie pueden alcanzar los
Seguramente no es casual que las especies del género Tridacna sean las más grandes del mundo y a la vez tengan ese modo doble de alimentación, porque es posible que sin el concurso de las microalgas smbiontes no sea posible alcanzar esos tamaños. Por otro lado, se trata de especies de larga vida también, ya que pueden vivir hasta los 100 años. Lo cierto es que esa longevidad quizás sea también necesaria para llegar a tener masas tan elevadas.
Debido a su tamaño hay leyendas que dicen que estos bivalvos atrapan y devoran seres humanos. Por esa razón, en algunas costas del Pacífico se conoce a Tridacna gigas por el nombre de almeja devoradora de hombres o almeja asesina, pero lo cierto es que se trata de una leyenda sin ningún fundamento. Cierra las valvas para protegerse y, cuando lo hace, lo hace demasiado lentamente como para que pueda atrapar a nadie. Así pues, quien quiera sumergirse en los arrecifes de coral en aguas del Pacífico no debe temer nada de los bivalvos, por grandes que sean; pero eso sí, que tenga cuidado con los tiburones: esos sí muerden y tienen los dientes muy afilados.