Dimitry K. Belyaev fue un genetista ruso que no comulgaba con la doctrina genética de base lamarckiana, enunciada por Trofim Lysenko e impuesta por las autoridades comunistas, que dominó el panorama de las biociencias en
Pero además de esos rasgos de comportamiento perrunos, los zorros seleccionados por su docilidad se parecieron a los canes en rasgos de otra naturaleza: sus colas se rizaron, las orejas se volvieron flácidas, la piel se llenó de motas, las patas se acortaron, y los craneos se ensancharon. Estos caracteres anatómicos no habían sido buscados y, sin embargo, aparecieron como si se encontrasen íntimamente ligados al rasgo etológico buscado, la mansedumbre.
Casi todos los animales salvajes son más mansos de jóvenes que de adultos. Esto parece lógico. Cuando no son más que crías, los animales dependen de sus progenitores para muchas cosas y muy especialmente, para defenderse, por lo que no necesitan exhibir actitudes agresivas. Solo cuando son adultos disponen tanto de medios como de razones para defenderse. La pérdida de la mansedumbre, se produce en los zorros salvajes entre el segundo y el cuarto mes de vida, y viene mediada por una elevación del nivel de corticosteroides en
La selección de individuos más mansos se basa en el hecho de que unos zorros y otros varían en lo relativo al momento en que se produce la elevación de los niveles hormonales, y en que esa variación es heredable. Así, lo que hacía el equipo de Belyaev era seleccionar los individuos en los que el cambio hormonal se producía más tarde, esto es, los que tenían un periodo infantil más prolongado. Pero como sabemos del funcionamiento de las hormonas, son varios los rasgos que se ven afectados por un mismo sistema endocrino. Así, en el caso que nos ocupa, el que se seleccionasen otros rasgos, además de la mansedumbre, evidentemente indica que las mismas señales hormonales que median la pérdida de la docilidad, median también los cambios anatómicos que se producen en el desarrollo de los zorros y, como veremos, de otros mamíferos. Esto es, si los corticosteroides son los responsables de la aparición del comportamiento “salvaje”, parece que también lo son de la pérdida de los otros caracteres infantiles o juveniles.
Lo curioso es que este fenómeno tiene carácter general. Todos los animales domésticos, incluídos gatos, perros, ganado, caballos, cerdos y cobayas tienden a compartir una serie de rasgos. De hecho, Darwin se había percatado de ello y, en el primer capítulo de “El origen de las especies”, llegó a escribir lo siguiente: “No puede citarse un animal doméstico que no tenga en algún país las orejas caidas…”. Entre los animales salvajes, la mayor parte de las crías tienen orejas caidas, mientras que entre los adultos, sólo el elefante las tiene. Este conjunto de observaciones indica que todos nuestros animales domésticos han adquirido la docilidad reteniendo caracteres juveniles, del mismo modo a como lo hicieron los zorros plateados en el experimento de Belyaev.
En este video se puede observar el comportamiento y algunos rasgos anatómicos de los zorros plateados del experimento de Belyaev: