El coche nos cuesta 4,5 veces más que el transporte público | Aletheia - Blog elcorreo.com >

Blogs

Jon Garay

Aletheia

El coche nos cuesta 4,5 veces más que el transporte público

En el anterior post aposté por una “reconversión industrial” en el sector del automóvil. El argumento básico es que se trata de un sector que “está muerto”: difícilmente podrá aumentar su mercado tras la incorporación de la mujer al trabajo; la variedad de modelos a la venta es ilógica (los SUV son el mejor ejemplo, pero también hay otros casos como los coches familiares con prestaciones de deportivo -“por si a papá le apetece correr”, como leí en una revista especializada) e insostenible; el espacio es un bien escaso en las ciudades, y su dependencia del petróleo los convierte en una inversión arriesgada. El sector está intentado reorientarse con los motores híbridos y eléctricos, pero no creo que sea ésta la solución; más bien me parece una huida hacia adelante. El problema de la dependencia energética (en el caso de España, no tenemos petróleo y sufrimos un déficit energético que nos hace comprar electricidad, por ejemplo, a Francia) seguiría ahí, amén de la cuestión medioambiental.

Todas estas razones, como digo, me llevaron a apostar por la reconversión. La clave, desde el punto de vista del ciudadano, será cambiar su mentalidad. Esta industria ha conseguido asociar la posesión de un automóvil con una de nuestras ideas más preciadas, la libertad, por lo que no resultará nada fácil convencernos de que este artilugio no es en absoluto imprescindible (siempre que se mejoren los transportes públicos). La mejor forma de darle un valor a la idea de libertad es traducirla a dinero.

Un cálculo aproximado

Tomo el ejemplo de un coche medio, pongamos por caso un Peugeot 307 de 90 caballos y motor diésel. Su precio inicial es de unos 15.000 euros, que distribuidos en diez años, son 1.500 euros al año (no tengo en cuenta los intereses ni las averías, que serían más frecuentes con el paso del tiempo). Si le suponemos un uso anual de unos 20.000 kilómetros, correspondiente a un empleo diario para ir al trabajo y unos desplazamientos cortos, y un consumo aproximado de seis litros a los 100 kilómetros, nos sale que consumimos 1.200 litros de gasoil al año. A un precio aproximado de 0,85 euros, nos da 1.020 euros.
Un seguro a terceros supone alrededor de 300 euros anuales. No tendré en cuenta las posibles averías o los necesarios cambios de aceite o neumáticos; tampoco la parcela de garaje. Como “compensación”, supondré que toca pasar la ITV, unos 60 euros, y que el impuesto de circulación ronda los 100 euros anuales. En definitiva, al año saldrían 2.980 euros, es decir, 8,1 euros al día.

Comparémoslo con el uso del transporte público. Supongamos que utilizamos el metro diariamente. Un billete mensual para dos zonas cuesta 35 euros. Por añadidura y dado que hablamos de transporte público, supongamos que gastamos veinte euros al mes en autobuses y tren. Puesto que no es fácil saber qué parte de los impuestos se dedican a este menester y que no puede ser muy elevado por persona, prescindiré de su coste. Con todo, salen 660 euros, es decir, 1,8 euros diarios.

Así las cosas, resulta que la idea de libertad y autonomía que aporta el automóvil cuesta 4,5 veces más que el uso del transporte público. Aun tratándose de una estimación muy aproximada y que deja muchos aspectos fuera (no tiene en cuenta el tiempo perdido en los atascos o buscando aparcamiento ni las molestias de viajar con una multitud alrededor o las inevitables averías), supone un argumento más en esta apuesta por la reconversión industrial del sector automovilístico.

Sobre el autor

-


junio 2009
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930