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Jon Garay

Aletheia

Manifestaciones que no significan nada

Este fin de semana se han organizado a nivel mundial una serie de manifestaciones en contra de Hugo Chávez. Los medios han recogido las protestas y han transmitido la impresión de que la unanimidad en contra del caudillo venezolano es total. Es ésta una costumbre muy extendida: tomar el descontento espectacular de unos como el sentir de toda una sociedad. Recientemente sucedió lo mismo en Irán. Las protestas contra el fraude electoral de Ahmanineyad en Teherán fueron interpretadas como la expresión de descontento de todos los iraníes. Semanas después, parece que la situación no era tan revolucionaria como todos los analistas afirmaron.

Las manifestaciones tienen como rasgo esencial su espectacularidad. Su objetivo es llamar la atención. El perfecto objeto de deseo para los medios. Sin embargo, los analistas deberían tener más mesura. Por miles que sean los manifestantes, por ejemplo, en Teherán, no es legítimo generalizar su posición respecto a los 70 millones de iraníes que pueblan la antigua Persia. Sospecho que sucede lo mismo en el caso de Venezuela.

En 1989 sucedió algo similiar con las manifestaciones de los estudiantes chinos en la plaza de Tian’anmen. En Occidente se tomaron como la expresión misma del despertar de la democracia en el gigante asiático. 20 años después, el régimen chino ha cambiado entre poco y nada.

En conclusión, cuando se afirma que una imagen vale más que mil palabras, sólo es cierto en cuanto a su impacto visual. La realidad, menos inclinada al espectáculo, suele ser más compleja que una simple imagen.

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