Cuando en la Navidad de 1979 la Unión Soviética decidió invadir Afganistán, el embajador estadounidense en Moscú no era ni un experto diplomático, ni un político prominente, ni un ilustre veterano de la II Guerra Mundial. De hecho, en plena Guerra Fría, el máximo representante norteamericano en la URSS apenas chapurreaba el ruso. Se trataba […]