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Jon Garay

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Lo que hace Google se hacía ya ¡en 1900!

Google se ha hecho una empresa de renombre mundial por muchas razones. Una de ellas es la opción que tienen sus trabajadores de dedicar parte de su tiempo -entre el 15 y el 20%- a proyectos propios. Google News u Orkut son el resultado de estas ‘ocurrencias’ de sus empleados, por no hablar de las novedades que presentan en Google Labs. La idea ya la había utilizado 3M con un resultado impresionante, los famosos post-it. Lo sorprendente del caso es que esta práctica de involucrar a los trabajadores en el funcionamiento y mejora de la propia empresa se encuentra ya en Estados Unidos en ¡1900!

Werner Sombart (1863-1941) fue un reconocido sociólogo alemán que dedicó buena parte de su vida al estudio de la clase burguesa y al funcionamiento del sistema capitalista. Atraído como Max Weber, su discípulo más célebre, por los Estados Unidos, viajó a este país a comienzos del siglo XX. El resultado fue una pequeña obra, ‘¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?’. En ella trata de desentrañar un enigma todavía no resuelto: cómo es posible que en la nación capitalista por excelencia no se haya desarrollado un movimiento de oposición socialista. La pregunta es de lo más pertinente: se entiende que el socialismo surge como oposición a la explotación que el capital hace del trabajador. De ser así, es justamente en EE UU donde más fuerte debería ser la resistencia socialista. Pero no es así y eso es lo que intrigó a Sombart.

Su tesis es que tanto la estructura de los partidos políticos (dos partidos ‘únicos’, carentes de ideología, que controlan el acceso a los cargos); como el espíritu democrático norteamericano (se elige desde el presidente de la nación hasta el juez del distrito o el sheriff, con lo cual cualquiera puede formar parte de un sistema que no puede ser visto como enemigo); el bienestar económico de los trabajadores, equivalente al de cualquier burgués europeo (la cita más célebre del libro resume esta idea de forma magistral: “El roastbeef y la tarta de manzana acabaron con todas las utopías socialistas”), o la posibilidad que tenían de emigrar al Oeste para emprender una nueva vida como propietarios rurales (el precio de la tierra era ridículamente barato) acabaron con toda posibilidad de socialismo.

Algunos de estos argumentos han sido rebatidos con posterioridad. Por ejemplo, el bienestar económico no imposibilita el socialismo, ya que las revueltas de mayo del 68 no estuvieron protagonizadas precisamente por obreros pobres de solemnidad. Para lo que interesa en este post, esto no es relevante. Sí lo es una de las observación de Sombart sobre las prácticas de los empresarios estadounidenses. En todos los sectores, desde los altos hornos a la construcción naval pasando por las fábricas de cuchillos o la peletería, se invitaba a los trabajadores a depositar sus propuestas en las llamadas ‘suggestion box’, que eran justamente lo que indica su nombre: cajas donde los trabajadores introducían sus propuestas de mejoras. Especialmente llamativo era el caso de las plantas modelo de Cash Register Co. en Dayton (Ohio), donde a las sugerencias dignas de mención se les otorgaban diplomas y premios en metálico, unos premios que se entregaban en actos solemnes que incluían música y discursos ante los más de 2.000 empleados congregados. En 1897 se recibieron 4.000 sugerencias y se siguieron 1.078; en 1898 hubo 2.500 más y en 1901, 2.000 más, de las cuales se aceptaron una tercera parte.

Google también es conocida por las comodidades que sus empleados tienen en sus puestos de trabajo. Consolas, futbolines, comida… Pues bien, y salvando las distancias, también estas políticas se encuentran un siglo atrás. Sombart así lo asegura: “El empresario norteamericano, a pesar de no instalar en sus fábricas los dispositivos de protección más sencillos, de no ocuparse en lo más mínimo de que las instalaciones estén objetivamente en buen estado (…), hace complaciente todo lo que el trabajador pueda notar subjetivamente como comodidad”. Y esto incluye bañeras, duchas, armarios para cerrar con llave, aire acondicionado en verano y calefacción en invierno e incluso ¡máquinas expendedoras de cigarrillos!

Sorprende la habilidad que mostraron desde fechas tan tempranas los empresarios estadounidenses para hacer más productivos a sus trabajadores. El management no conoce límites. Por cierto, la práctica de pagar con acciones también se remonta a aquellos tiempos. Asombroso.

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