En un post previo al Mundial me preguntaba si realmente los nuevos balones eran tan perjudiciales para los porteros). Las quejas de Casillas, Buffon o Claudio Bravo sobre el ‘Jabulani’ recordaban las recibidas por prácticamente todas los predecesores creados por Adidas. Por sistema, cada nuevo balón parecía ser una calamidad peor que la anterior. ¿Era esto cierto? Si fuera tan claro -me pregunté-, debería haber forma de demostrar que todos esos balones eran realmente tan horrendos como denunciaban los arqueros. Dado que no hay nada peor para un portero -desde el punto de vista individual, se entiende, porque lo peor se supones que es la derrota- que recibir un gol, cabría pensar que a cada nuevo balón le corresponderían más goles encajados. Pues no. Los datos demuestran que desde 1994 se marcan menos goles en los mundiales (en Estados Unidos y Francia se marcaron 2,7 goles por partido; en Corea y Japón, 2,5, y en Alemania, 2,3. Los datos de las últimas eurocopas también mostraban esta tendencia).
Contra este argumento no puede argüirse un cambio en las reglas que haya beneficiado a las defensas, pues de hecho ha ocurrido todo lo contrario: la regla del fuera de juego es cada vez más permisiva, los porteros no pueden recoger las cesiones con las manos y las victorias se premian con tres puntos. El Mundial de Italia fue tan horroroso, que la FIFA se puso manos a la obra para evitar que se repitiera.
Con estos datos en la mano y una vez terminado el Mundial, ¿qué se puede decir del ‘Jabulani’? Las cantadas de varios porteros parecían azuzar todavía más las dudas. Parecía que esta vez sí, esta vez los porteros se quejaban con razón. “¡Dios, qué desastre este ‘Jabulani’!” Pues no. Puede que este balón haga tirabuzones en el aire y que no haya forma humana de atraparlo, pero el hecho irrefutable es que los porteros han encajado 145 goles en 64 partidos, es decir, 2,26 de media, menos que en Alemania y que en los anteriores mundiales. En definitiva, que si hay un perjudicado por el ‘Jabulani’ y los nuevos balones no son los porteros, sino los delanteros.