Aristóteles, el discípulo más distinguido de Platón y considerado durante la Edad Media como ‘el Filósofo’, escribió en la “Ética nicomáquea” que la verdad debe primar incluso sobre la amistad o la fidelidad al maestro. “Amicus Plato, sed magis amica veritas” (Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad), que recoge un dicho nunca escrito literalmente por el mentor de Alejandro Magno.
Esta cita viene a cuento de las críticas que el fidelísimo ministro de Fomento, José Blanco, vertió contra su ex colega Jordi Sevilla acerca de las reticencias que mostró este último a los Presupuestos Generales del Estado para 2010. “Quien ha sido ministro debe tener una actitud de gratitud con quien le ha posibilitado serlo”, ha dicho el mandamás socialista. Para redondear todavía más su “fértil” teoría política, el fontanero de Ferraz asegura que “algunos creen que se es ministro por currículum o por méritos académicos. Hacen falta cualidades, pero el que decide es el que gana las elecciones”.
Fantástico. Es realmente tranquilizador que la carrera científica de Bernat Soria o los años en política de Solbes de nada sirven, según Blanco, ante los designios del presidente. Esta fidelidad debida impide toda crítica, por errantes que parezcan las decisiones del Ejecutivo. No es de extrañar que Zapatero haya escogido a Blanco para hacer “pedagogía” en el PSOE sobre el mensaje gubernamental -a lo que parece, la también fiel Leire Pajín no lo ha hecho suficientemente bien-. “Pedagogo” significa, por cierto, “el que conduce o dirige a los niños”. Está claro que Blanco no lee a Aristóteles.