Las leyendas suelen surgir de la mano de las grandes victorias. A los grandes mitos del fútbol se les recuerda por sus triunfos: los tres mundiales de Pelé, las exhibiciones de Maradona en el Mundial de 1986, el Ajax de Cruyff o el Milán de Sachi son sólo algunos ejemplos. La historia del Athletic también demuestra que sólo (o casi) el triunfador permanece en la memoria. El récord de goles de Zarra, las siete copas de Gainza, los partidos jugados por Txetxu Rojo, el doblete de 1984… O casi. Porque José Ángel Iribar, el ‘Txopo’, forjó parte de su leyenda en una derrota: la final de Copa de 1966.
El Athletic se enfrentaba al Zaragoza de ‘los cinco magníficos’. Santos, Villa, Lapetra, Marcelino y Canario formaban una delantera temible. No sería tarea fácil contenerles en aquel 30 de mayo que había amanecido lluvioso. La situación se complicó todavía más al conocerse que Gainza, por entonces en el banquillo de los leones, no podría contar con tres de sus defensas titulares: el capitán Orúe, Echeberria y ‘Txutxi’ Aranguren. Los malos augurios se cumplieron. Los goles de Villa y Lapetra en la primera parte sentenciaron una final en la que la superioridad maña fue manifiesta. Las crónicas señalan que a nadie le habría sorprendido una goleada. Santos, País, Lapetra, Violeta y compañía lo intentaron una y otra vez sin éxito. Iribar estaba inspirado y no hubo manera. Incluso los contrarios le felicitaron al acabar el partido. Hecho insólito, la leyenda había visto la luz en la derrota. ‘Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno’.