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Francisco Góngora

Topo verde

El Zadorra otra vez

Este es un comentario de urgencia cuando las noticias están cambiando constantemente porque, como se había advertido, no para de llover. Tenemos toda la información, todos los modelos climáticos posibles, la experiencia de muchos episodios parecidos  y el tiempo nos sigue sorprendiendo. ¡No lo podemos controlar! y eso nos asusta. Tampoco todo se repite. Cada temporal se muestra diferente. Este es pesado hasta decir basta. Muchos días de lluvia que hacen que la tierra no trague nada. Todo lo escupe. He podido comprobarlo en un pequeño manantial nuevo, que ha nacido junto al pequeño río Olárizu en las campas. El agua brotaba de la tierra saturada.

Esta mañana he paseado por el cauce próximo a Gamarra como tantas y tantas personas que no dejan su caminata diaria aunque anuncien el fin del mundo  Ahora encuentras a las conocidos no en el bar sino en el paseo. La naturaleza desbocada es un peligro, pero es un espectáculo gratis. El río Alegría estaba casi desbordado. Como pocas veces baja.  El Zadorra traía muchísima agua. La ruta ciclista del Vasco-Navarro estaba cortada por una balsa bajo la a.a N-1 pero había un camino alternativo hacia Gamarra Menor cerca del río. Lo que impresiona, sin embargo,  es algo que no estaba ahí hace unos años y ahora se ha convertido en el ángel guardián de las zonas industriales de Gamarra y Betoño. Me refiero al baipás o cauce alternativo de Eskalmendi. El nuevo río bajaba a tope, pero en el cauce marcado y con los caminos laterales preparados para que la gente pudiera pasear. Con lo que ha caído en las cabeceras de los ríos lo lógico era que Vitoria se hubiera inundado ya. Antes de 1957 la riada era un hecho, pero no había grandes  catástrofes porque no existían aún los polígonos industriales y las casas de los pueblos -véase Durana en lo alto, igual que Amárita- se contruían sabiendo cuáles eran los derechos del río y cuáles los de la gente. Los pueblos dejaban el fondo de valle para los cultivos y no construían viviendas y si lo hacía miraba bien la experiencia de las riadas. Con los embalses que regulan las avenidas nos ha ocurrido la lógica confianza en que no habrá problemas. Pero la experiencia dice que sí los hay cuando el episodio es extraordinario. Ya veremos al final pero ha llovido pocas veces tanto y tantos días seguidos.

Para los responsables políticos, bomberos y técnicos va a ser una larga noche. El Zadorra siempre vuelve por sus fueros que es como decir por amplias llanuras de la Llanada y dice “recordad que yo estuve antes que vosotros”. La excelente obra hidráulica de Gamarra ha provocado otro problema. Se salvan las industrias pero los pueblos que están aguas abajo, donde aún no se ha actuado con el plan de inundaciones, sufren más que nunca, porque Vitoria ya no hace de esponja sino que envía el agua a más velocidad hacia abajo. Es la asignatura pendiente: tocar el Zadorra desde Gamarra hacia abajo con el mismo criterio de darle salida usado en Gamarra. Verde en vez de hormigón. El año Green acabó con el acuerdo para realizar estas obras: 21 millones de euros. No parecen urgentes y así se ha ido retrasando el tema. Pero cuando llegan días así, aquello que nunca pareció importante es capital. Tenemos muy poca memoria los humanos. La que le sobra al río que siempre sabe buscar sus viejos cauces y meandros.

Por Francisco Góngora

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