>

Blogs

Francisco Góngora

Topo verde

Vitoria judía

El alcalde de la capital alavesa, Javier Maroto, inauguró el día 29 de junio la placa con la nueva denominación de la calle Nueva Dentro, que desde hoy se llama Nueva Dentro-Judería. El acuerdo para el cambio de nombre se alcanzó en 1992, cinco siglos después de que el pueblo judío fuera expulsado de la ciudad, pero «nunca se hizo realidad», ha recordado el regidor. Sin embargo, la advertencia de un vitoriano al respecto y la recomendación del Síndico permitieron rescatar aquel pacto.
«Es la recuperación de una palabra que ha impregnado la ciudad y que ha estado en sus orígenes, donde la comunidad de hebreos tuvo una presencia importante», ha destacado el alcalde.
Hace tiempo que Vitoria y la comunidad hebrea viven una relación de quiero y no puedo. Posiblemente la ausencia de judíos en la ciudad ha impedido reavivar la hermosa historia del cementerio de Judimendi. Hay una persona, Nino Muñoz, antiguo presidente de la asociación de vecinos de Judimendi que ha personalizado el reencuentro con la cultura judía. Incluso acaba de venir de allí, de Israel, donde le han tratado muy bien. Es un verdadero embajador. El ha escrito esta sinopsis histórica que paso a transcribir. Para que los que pasen ahora por Nueva Dentro sepan por qué esa calle merecía recuperar el nombre:
Vitoria judía | Topo verde - Blog elcorreo.com

No consta cuando dio principio el establecimiento de los judíos en Vitoria. Es difícil concretar el inicio de la presencia judía en Villa. Probablemente y según el inventario por los beneficios eclesiásticos, se fueron incorporando desde el momento de la fundación de la Vitoria o poco más tarde, en 1202 coincidiendo con el incendio que destruyó la Villa y con la reconstrucción y ampliación por el lado occidental con las calles Correría, Zapatería y Herrería, ordenado por El rey Alfonso VIII.

El número de judíos debió de incrementarse hasta conformar una comunidad, por el año 1256, año en el que Alfonso X el Sabio, diseñó una nueva ampliación hacia el este, creando tres nuevas calles que pasaron a denominarse Cuchillería, Pintorería y Judería.

El barrio judío existió en Vitoria al menos desde 1256, pero en esas fechas la judería no era un gueto del que no pudieran salir. Hasta finales del siglo XIV, la Judería, vitoriana era una zona más, como lo eran las ocupadas por los curtidores, herreros o las gentes relacionadas con otros oficios, pero los judíos, se movían con libertad y vivían en muchos casos fuera de la Judería. Sin embargo, desde los años veinte del siglo XV, la Judería se va convirtiendo en un gueto y unos años antes de la expulsión, por los acuerdos de las Cortes de Toledo de 1480, constituye ya una unidad cerrada y aislada del resto de la villa. En 1491 el concejo ordenaba cerrar un muro que existía entre las calles Pintorería y Judería dejando a esta, una única entrada y salida a través de la puerta de acceso a la misma, situada en la calle Portal del Rey, que se cerraba al anochecer. Esta transformación de la Judería es muestra de la progresiva degradación de las relaciones entre la comunidad cristiana y la judía.

A pesar del reducido espacio que ocupaban, la comunidad judía era relativamente importante. Según documentos, se cuantifica el número de familias judías en la villa, antes de la expulsión, entre las 120 y 150 y entre el 6 y el 8% de la población.

Los judíos vitorianos, formaban una comunidad relativamente diferenciada dentro de la villa, no sólo porque vivían en un área específica o porque mantenían creencias religiosas distintas, sino también porque habían desarrollado una organización interna capaz de articular socialmente la comunidad y resolver tanto sus problemas como los que se planteaban en su relación con el exterior, alcanzando cierto grado de autonomía que fue progresivamente reduciéndose. La sociedad vitoriano-judía incluía a recaudadores de impuestos, médicos, cirujanos, comerciantes, sastres, religiosos, artesanos de diferentes oficios y labradores. Era una sociedad en absoluto homogénea y no ajena al as tensiones derivadas de su jerarquización y de las diferencias económicas y religiosas existentes en su seno.

La comunidad judía al parecer, estaba dirigida políticamente de un modo oligárquico por una minoría que se reproducía al frente de la misma y detentaba el poder económico. Este grupo humano orientaba su actividad esencialmente al crédito a gran o pequeña escala, prestando tanto a los pobres y a concejos, como a los artesanos y campesinos. También se dedicaban al arrendamiento y a recaudar impuestos. Como concededores de créditos y recaudadores de impuestos, fundamentalmente entre los últimos años del siglo XIV y el XV, destacan Samuel Embalid, Bendicho, Isaac de Mijancas, Abrahan y Samuel de Alguadix, Samuel Chacon, Jacob Gaon, también mercader, Ben Arroyo I, Santo Abenamías, que constituían una nómina de prestamistas y recaudadores que desarrollaba una gran actividad durante el siglo XV prestando dinero a miembros de la nobleza alavesa como los Mendoza, los Guevara o los Rojas de Santa Cruz de Campezo; a concejos como el de Mondragón; a artesanos vitorianos; a campesinos de las aldeas de la jurisdicción o a gentes de Miranda de Ebro, de Salvatierra, de Salinas de Léniz o del Valle de Ayala. Muy importante su actividad como recaudadores y arrendatarios de las rentas reales, también especialmente en los territorios castellanos de la denominada Merindad Allende el Ebro, es decir, en Guipúzcoa, Vizcaya y Álava.

Al menos durante el siglo XV, los judíos de Vitoria David y Aliazar Chaco, Abran Faral, Aliazar Tellon los hermanos Abrayn Moray y Yu,ce de Miticas, prestamistas, arrendadores y recaudadores de rentas reales o de sus descendientes como ocurrió en otras ciudades castellanas, ocupaban los cargos más relevantes de la aljama vitoriana y a la vez, alguno, hacía de regidor o procurador, representando a la comunidad en el exterior, ante el Concejo o la Corona. Estos judíos de Vitoria, también, actuaban de juez, con competencias en materia civil y criminal; en lo económico y judicial, imponiendo las penas correspondientes, tanto entre judíos como entre judíos y cristianos. Fueron estos destacados miembros de las familias judías quienes en 1492, representando a su comunidad, hicieron la cesión del Cementerio a la ciudad de Vitoria.

Junto a ellos, los judíos contaban al frente de la Sinagoga con un rabino, Mosen Balid, jefe espiritual, encargado de la enseñanza de la ley judía, articulador de la solidaridad comunitaria y de la ayuda a las familias e individuos más necesitados. El rabino tenía gran influencia moral sobre la comunidad.

Otras actividades más conocidas, habitualmente desempeñadas, era la medicina. El concejo vitoriano contrataba los servicios de médicos hebreos por su competencia y habilidad. Vitoria contó al menos con dos médicos judíos durante parte del siglo XV. Uno llamado David, “cirujano de bentaja e cumplía mucha para esta villa”(rogado por otras villas para que fuera a bibir allí)contratado en 1428 por seiscientos maravedíes. Otro, Antonio Tornay, al parecer judeo-converso, contratado en 1483 por tres mil maravedíes, al quien la ciudad rogó en el mes de octubre de 1492, que permaneciera en la ciudad por las “necesidades en que la cibdad e comarca estaban de físicos por la yda e absien,ia de los judíos e físicos de la dicha cibdad” Por documentos se sabe que también otros judíos ejercían la medicina privadamente, como el converso Pedro Sánchez de Bilbao y su hermano Joannes.

Recaudadores de impuestos, arrendadores de rentas reales o médicos son los profesionales que más ha destacado la historiografía, creando un estereotipo que identifica judío con usurero, prestamista o recaudador. Sin embargo como queda demostrado por las ordenanzas de 1487, puede afirmarse que buena parte de las familias judías de Vitoria, al igual que sus vecinos cristianos, vivían fundamentalmente del comercio al detalle, del artesanado o de la agricultura. Destacar también que existía un grupo relativamente nutrido de sastres, los cuales obtuvieron de los monarcas en 1488, el permiso para seguir trabajando, aún no siendo aceptados por el cabildo de sastres de la ciudad que habían “fecho liga e monipodio contra ellos”.

Por los documentos revisados, se puede afirmar que hasta el siglo XV, en Vitoria no hubo hostilidad hacia los judíos. Sin embargo durante la baja Edad Media, queda demostrado que la comunidad cristiana, por diferentes motivos, fue creando una ideología antijudía cuyos rasgos distintivos fueron, la discriminación, la segregación y la inferioridad de los judíos. Para segregar se tomaron medidas obligando a los judíos que llevaran una señal roja colocada sobre los vestidos de ambos sexos, que los identificara como tales, para evitar los “muchos yerros e cosas desaguisadas” que acae,cen entre los cristianos y judíos, pero hay documentos que muestran que en Vitoria esas normas no se cumplían rigurosamente y no pasaba nada.

Fue a partir de 1428 cuando la conciencia antijudía comienza a materializarse en normas concretas destinadas a regular la convivencia. Se pretendía alcanzar, primero la segregación obligándoles “que non anden syn sennales coloradas segud la ordenan,ca del sennor Rey” e impidiendo a las mujeres cristianas que no entraran en la Judería a servir en casas judías “mujeres nin mo,cas de dies annos arriba” y segundo, la imposición de un estatuto de inferioridad de los judíos y su religión con relación a los cristianos a través de tres medidas: 1. “Que ningund judío nin judía que non labren en dicha villa en los días de los domingos e de las pascoas e de los apóstoles et fiestas de Santa María et de la A,cun,ción et de Corpues Xt, en oficio alguno so la pena en el ordenamiento real en esta ra,cón contenido”. 2. “Que ningund judío ni judía ni otros por ellos non compre aves en los días de los domingos ni de los jueves fasta medio día, sopena que pierdan las tales aves”. 3. “ Que cuanquier judío o judía de la villa o de fuera della, donde quiera que bieren que pasa el cuerpo de Dios o la santa crus, que fagan reberen,cia poniéndose de rodillas quitando los caperotes sopena quel que lo contrario fisiere, que caya en la pena en el ordenamiento real contenida”. “Que ninguno sea osado de entrar o vender en la calle de la juderís pan ni hortaliza ni fruta ni cosa de comer”. “Que ninguna persona cristiana con compañía o sin ella, no sea osado en día de sábado ni en otro día alguno de fazer fuego nin guisar en casa de judío para judío alguno”. Estas ordenanzas dan testimonio de que hubo hostilidad pero sin violencia en la coexistencia entre judíos y cristianos unos años antes del edicto de expulsión.

El incremento de la presión sobre la Judería se produce al compás de los importantes acontecimientos que se desarrollan durante los años anteriores a 1492: Cortes de Madrigal de 1476, en la que se legisló contra la usura de los judíos perdiendo el privilegio de no ser prendidos por deudas; creación de la nueva Inquisición en 1478; las Cortes de Toledo en 1480, donde se impone la creación de guetos para los judíos en todo el reino y la expulsión de los judíos en varias zonas de Andalucía en 1483.

La tensión latente alcanzó las cotas más altas en la década anterior a la expulsión y especialmente durante los últimos cinco años, plasmándose en 1487 en la redacción de nuevas ordenanzas antijudías que desarrollaban las anteriores de 1428, que dieron paso a algunos episodios violentos que evidencian el deterioro de la convivencia de las dos comunidades. El primero lo conocemos por la apelación presentada ante la Chancillería de Valladolid por Jacob Tello miembro de una de las principales familias judías de la ciudad, denunciando que el alcalde, por enemistad, acusó a Juan Ferrandes y sentenció que le diesen ,cincuenta azotes e le cortasen la lengua y que perdiera todos sus bienes y el segundo referido al asalto a la Sinagoga en los primeros meses de 1488.

Parece ser que a pesar de que los últimos días de junio de 1488, el Consejo Real emitió una carta de amparo, ordenando que no se hicieran ni cometieran agravios contra la Aljama, pero las tensiones fueron creciendo por las competencias entre las familias pudientes judías y cristianas, por el control de los oficios concejiles; por las denuncias contra los judíos por asociaciones profesionales y cabildos artesanales y por representantes políticos porque les usurpaban los puestos y por religiosos, contrarios a su fe.

El edicto de expulsión fue firmado por los Reyes Católico en Granada el 31 de marzo de 1492 y en él se ordenaba salir a “todos los judíos y judías de nuestros reynos e que jamás tornen e buelvan a ellos ni alguno dellos” concediéndoles un plazo de hasta finales del mes de julio de ese año para salir “sopena que si non lo fisieren e cumplieren asy yncurran en pena de muerte e confisca,ción de todos sus bienes”.

Pese a las garantías que los monarcas ofrecieron en el edicto de expulsión, la venta de sus bienes, no podía realizarse en condiciones normales y además, continuaban las demandas de aquellos que veían en la expulsión una excelente oportunidad para recuperar las cantidades usuarias que habían pagado a los prestamistas. “Ovo cristianos con muy muchas faciendas è muy ricas casas y heredamientos por poco dinero”.

El 27 de junio de 1492 los representantes de la Aljama vitoriana Mosseh Balid, juez de los judíos, Ismael Moratans, regidor y procurador de los mismos, Samuel Benjamin el Gaon y su primo, Aliatar Tello, Yu,ce Faral y Samuel de Mijancas, realizaron su última acto público: La donación al concejo representado por el procurador Juan Martinez de Olave, de su Cementerio en Judimendi. “considerando las buenas obras e vecindad que en esta ,ciudad, habían re,cebido … para que fuese para agora e para siempre jamás e quedase por pasto e dehesa común del cuerpo mismo de la dicha ,ciudad” … e juro Juan Martínez de Olave, procurador de la dicha ,ciudad que nuca se rompería ni araría dicho terreno e que quedaría para provecho público de la ciudad.

Los judíos vitorianos, al ser expulsados, se dirigieron al Reino de Navarra y primordialmente a Bayona (Francia). No todos se fueron o algunos al parecer volvieron. Se quedaron los que se habían convertido al cristianismo por San Vicente Ferrer, que había bautizado a cuatro de las principales familias de la Judería y algunos otros que se convirtieron antes de la expulsión. Entre los primeros estaba el físico Antonio de Tornay que fue contratado por el ayuntamiento en octubre de 1492 y la familia de Juan Sánchez rico comerciante, constructor de la Casa del Cordón, hijo de otro médico converso. Entre los segundos, gentes anónimas que quisieron abandonar sus bienes ni la tierra donde habían nacido. Algunos después de marchar, volvieron y la vuelta debió de ser significativa, hasta el punto que el eyuntamiento en la sesión de 26 de agosto de 1493, acordó: “Que por cuanto algunos de los cristianos nuevos que en otro tiempo eran judíos, vienen a bebir a la Judería, e dello redunda deservi,cio de Dios, e grand ynconveniente, que ninguno dellos non ayan de bebir en la dicha calle antes los que en ella biben, de los teles, busquen otras casas e se vayan dende dentro de quin,ce días”

La Sinagoga fue comprada por Juan Martinez de Ulíbarri, pero dado que estaba prohibido que se vendiera a particulares, pasó al Concejo de la villa y después a ser propiedad de la iglesia (hoy catedral) Santa María, erigiéndose después sobre el espacio que ocupaba la Sinagoga, un Hospicio.

Con la expulsión de los judíos sobrevino la desolación cultural y científica.

La expulsión de los judíos, privó a España de la “visión humanista y universalista de la vida” tan característica de los judíos.

Alfonso XIII inauguró y presidió la Unión Hispano-Judía, cuyo fin era promover la hermandad entre ambos pueblos. También Franco y sus cónsules (aunque esto ahora en España cueste nombrar al General) salvaron a miles de judíos, cuando Europa permanecía indiferente a su suerte. Fue también gracias a Nicolás Franco, hermano del dictador, como se abrió la primera Sinagoga en Barcelona en 1945 y cuatro años más tarde se inauguró otra en Madrid y el propio Franco fue directamente responsable de la creación en 1941 del Instituto Arias Montano de estudios judíos y sefardíes, con su prestigiosa publicación Sefarad. En 1964, Franco firmó el decreto de creación del museo sefardí de Toledo.

Entre los intelectuales, políticos y estudiosos, se tiene la convicción de que los judíos tuvieron gran importancia en el desarrollo de la ciudad y se tiene a mucha honra el haber observado durante más de cinco siglos el pacto alcanzado, sobre el respeto debido al Cementerio Judío”.

En 1973 se construyó el muro de contención para salvaguardar el desnivel y se hizo una remodelación del Parque de Judizmendi. El 2004 se vuelve a remodelar. A principios del año, el entonces alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso Aranegui, a petición de los vecinos de Judizmendi, se interesó por conseguir una escultura para el Cementerio-Parque judeo-español y aconsejado por el embajador israelí Sr. Victor Jarel, lograron que en abril, nos visitara nuestra querida y extraordinaria escultora Yaël Artsi-Moyal, quien quedó entusiasmada y comprometida en crear una escultura en recuerdo de la estancia de los judíos en Vitoria, como símbolo de Convivencia y de reencuentro entre culturas.

En octubre el mismo año, Yaël con la confección de la escultura ya avanzada, vuelve a Vitoria para estudiar el emplazamiento de la misma y regresa a Israel a terminarla. A primeros de diciembre vuelve a Vitoria a recibir y emplazar la Escultura. Una escultura de dos bloques de granito, de tres metros de altura y de 46 toneladas sacada de las canteras de Jerusalén que representa un libro abierto y grabado en el interior donde puede leerse en hebreo, castellano y euskera, la cita de Isaías del Nuevo Testamento, la siguiente inscripción:

Y convertirán las espadas en rejas de arado

y sus lanzas en hoces

no alzarán su espada nación contra nación

ni se ensayarán contra la guerra”.

Cumplimentan la Escultura un yunque oval situado frente al gran libro suponiendo una referencia a la artesanía del hierro, realizada por los vascos en la Edad Media y tres franjas de metal al rededor de la base de la Escultura que recuerda la convivencia entre las comunidades cristiana, judía y musulmana.

El día 10 de diciembre se celebra la inauguración con la presencia ilusionada de la artista Yaël Artsi, la asistencia del embajador israelí Sr. Victor Jarel, el alcalde Sr. Alfonso Alonso y autoridades; la agregada de cultura de la embajada israelí en España Tova Harel, vecinos del barrio y medios de comunicación.

La Escultura está emplazada en el Parque, a unos metros del Colegio Judizmendi, junto al Centro Cívico del mismo nombre y de al Plaza Sefarad denominada como tal el 28,6,1992 .- A visitar la Escultura, acuden turistas y estudiosos y es muy corriente ver a grupos de alumnos, a quienes el profesor explica el significado de la escultura y la historia del antiguo cementerio judío.

Dentro del Parque-Cementerio existe desde el 27 de julio de 1952 un Monolito que rememora el acuerdo entre representantes de la comunidad judía de Bayona y el alcalde de Vitoria, en recuerdo de la estancia de los judíos con la siguiente inscripción: “ La ciudad y su Ayuntamiento respetaron lealmente este lugar 460 años, hasta que el 27 de junio de 1952 fue librado de ella por el convenio suscrito en esta ciudad y el consistorio israelita de Bayonne (Francia)”. Este monolito estuvo en un principio en el lugar donde se creía que los judíos enterraban a sus seres queridos. Espacio que ocupa la Iglesia de San Juan y al construirla al alimón que el colegio Judizmendi este monolito se colocó en el patio del colegio; después se trasladó al Parque y más tarde con la remodelación del Parque en 1004 se colocó donde se encuentra actualmente. También con la remodelación se colocó una placa de acero con la siguiente inscripción: “ En este lugar estuvo el cementerio israelita que la aljama de Vitoria cedió perpetuamente a la ciudad el 27 de julio de 1492. La ciudad y el ayuntamiento respetaron lealmente las concesiones de la cesión durante 460 años hasta que el 27 de junio de 1952 Vitoria-Gasteiz quedó liberada de ellas por convenio suscrito en esta fecha con el consistorio israelita de Bayonne”.- Placa en homenaje a la amistosa convivencia.

Para conmemorar el quinto centenario de la cesión de Judizmendi a la ciudad de Vitoria por parte de la Comunidad Judía, La Asociación de Vecinos “Judimendikoak” organizamos los siguientes actos: Día 26 de junio de 1992, Conferencia “Presencia Judía en Vitoria”. Día 27 Visita al Monolito con las intervenciones de Don Venancio del Val, de representante de la AAVV Judimendikoak, de Comunidades Judías y del alcalde señor Ángel Cuerda.- Ofrenda floral.- Aurresku de honor.- Inauguración de la Plaza Sefarad.-Aperitivo-Lunch.- Concierto de acordeones y Celebración comunitaria.- Actuación de la Coral Samaniego y del Grupo “BAZANCA” de música antigua y sefardí.- El día 28, actuación de la Banda Municipal.

Desde 1492 fecha de la expulsión, Vitoria fue creciendo muy lentamente y como consecuencia, el Cementerio estuvo distanciado del centro de la ciudad y de la calle de la Judería aproximadamente 1000 metros. Fue desde 1930 hasta 1950 cuando las edificaciones llegaron hasta Judizmendi. De 1950 hasta 1970 es cuando se configuró el Barrio Judizmendi.

Desde 1947 existe una calle en el barrio llamada Judizmendi. El 19,3,1968 se creó una Guardería que al mismo tiempo el local servía como Club de Tiempo Libre, Montaña, Cultura y Deportes. En noviembre de 1967 se abrió el Colegio Nacional Judimendi. La iglesia parroquial de San Juan y los locales sociales anejos, el 31,10,1973. En 1974 se abrió el Colegio San José de Calasanz y el 31 de marzo de 1990 se inauguró en Centro Cívico…Judizmendi.

Destacar que en España viven de 40 a 45.000 judíos, en las ciudades de Sevilla, Toledo, Madrid, Barcelona, Granada, Segovia, Alicante, Ceuta y Melilla, Málaga, Tenerife, Valencia …. que regentan más de 30 sinagogas y tienen escuelas y colegios donde imparten enseñanza infantil, primaria y secundaria.

Llegados hasta aquí, queridos amigos, permítanme expresar en nombre de los vitorianos y especialmente en nombre de los JUDIMENDITARRAS, el agradecimiento a nuestra querida Yaël Artsi por su generosidad, por el amor que ha puesto en su ejecución, por el afecto que ha demostrado hacia Vitoria y los vitorianos, por lo que la escultura representa como llamada a la paz, a la convivencia y al encuentro entre diferentes culturas. Gracias Yaël.

Para terminar, conociendo superficialmente el horrible exterminio de judíos por los nazis y viendo que desgraciadamente hoy también somos testigos de guerras, intolerancias y xenofobias aprovecho para pedir que estos sin sentidos no se sigan dando y que el recuerdo de los judíos exterminados permanezca para siempre.

Y que como refleja en Vitoria la escultura de Yaël, brindo con ustedes y con los judíos del mundo entero por el entendimiento, la solidaridad y por la CONVIVENCIA.

Temas

Por Francisco Góngora

Sobre el autor


junio 2011
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930