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Eva Prieto Gómez

Tackle With Heels

El símbolo de los valores del Arsenal

Miles de aficionados se congregan en los alrededores de ese espectacular y moderno templo del fútbol. Su imponencia y carisma no pasan por alto. Se trata del tercer estadio más grande de Inglaterra y sus características, típicas de la tradición de Highbury, son inconfundibles. Es una sensación peculiar. Numerosos detalles evocan el recuerdo de la vieja casa gunner; de memorables tardes de fútbol, para muchos, mágicas e irrepetibles. Sin embargo, las exigencias por adaptarse a los nuevos tiempos obligaron a dejar a un lado la nostalgia para construir un ambicioso recinto que condicionó el futuro del conjunto menos inglés de las islas. Y, con el paso del tiempo, la esencia de uno de los mejores equipos de la historia de la Premier se perdió en los muros del antiguo estadio del Arsenal, símbolo de triunfos y épocas gloriosas.

El ‘invencible’ Robert Pires, me comentaba en una reciente entrevista para Lineker Magazine, que el actual presidente del Arsenal, Peter Hill-Wood, tiene una visión muy distinta del fútbol y que para él lo más importante es el business. Lo cierto, es que no se puede negar que el equipo londinense es un ejemplo de buena gestión financiera. En septiembre del año 2006, tras la construcción del Emirates, los gunners tenían una deuda de 300 millones de euros que decidieron solventar con un plan de austeridad a largo plazo y siempre, a costa de los resultados futbolísticos. En la actualidad, ha logrado recortar su adeudo considerablemente y es uno de los clubes que mayores ingresos obtiene gracias, en gran parte, al retorno que está generando el estadio y el exitoso control de fichajes de Arsène Wenger.
Que las cosas se realizan de distinta forma en la Premier es evidente, no obstante, que la afición gunner está descontenta también. El Arsenal lleva siete años sin depositar un título en sus vitrinas y si esto sucediera en una liga como la española, no es necesario echar mucha imaginación para saber lo que hubiera sucedido hace tiempo. Pero la directiva confía en el técnico francés y en su medido y calculado proyecto a largo plazo. Particularmente, alabo que este histórico inglés haya decidido en su día tomar cartas en el asunto y asumir sus problemas financieros, a sabiendas de que el camino no sería fácil, porque a la larga las consecuencias hubieran sido calamitosas.

Wenger tiene contrato hasta junio de 2014 y ya se habla del tan recurrente fin de ciclo. Siempre hay quienes olvidan el papel que tiene en la entidad, quienes se niegan a aceptar que el francés es mucho más que un entrenador, y también, quienes no se acuerdan de que, año tras año, el equipo no se queda fuera de los puestos de Champions a pesar de competir con varios conjuntos que tienen mayor poder económico. Las reprobaciones son una constante en la vida profesional del alsaciano, exigido y acostumbrado a explicar todas y cada una de las decisiones que toma la entidad de Londres. Pero, mientras los tabloides ingleses se dedican a cuestionar una y otra vez su capacidad y el técnico reafirma el fiel compromiso que mantiene con el club, a mí me asalta la siguiente cuestión: ¿Se imaginan el banquillo gunner sin Wenger? Sinceramente, yo todavía no…

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