“Hay que luchar y seguir luchando aunque sólo sea previsible la derrota”

Mao Tse Tung

Tenso, nervioso, huidizo, consternado… hasta cuatro veces miró hacia otro lado antes de marcharse y dejar un incómodo silencio en la sala de prensa. Era el broche a una semana negra para el Aston Villa y Paul Lambert, con el desánimo visible en su rostro, no era capaz de articular palabra por lo que ignoraba sistemáticamente los intentos de los periodistas. Tres días antes, el equipo se había quedado a las puertas de la final de la Capital One Cup, tras perder contra el Bradford, un equipo de Cuarta División inglesa y ahora, acababan de ser eliminados de la FA Cup por el Millwall, un conjunto de Championship. Si además añadimos que los villanos han firmado su peor inicio de temporada en 43 años podemos concluir que no era tarea fácil presentarse el pasado viernes ante los periodistas y tratar de argumentar la dramática derrota.

El desconsuelo es máximo en Villa Park. Los aficionados ya no mantienen la calma y a lo largo de este fin de semana se han movilizado a través de las redes sociales para mostrar su enfado, al mismo tiempo que claman la destitución de Lambert, algo que no va a ocurrir porque el manager escocés tiene la confianza de la directiva y así lo han ratificado este pasado viernes tras el sonado fracaso. Es curioso porque otros técnicos como Roberto Di Matteo o Nigel Adkins no tuvieron la misma suerte, y por eso mismo, Lambert tiene ahora una oportunidad única para reconducir la situación, rectificar y asumir sus errores, antes de que el daño sea irreparable. No me entiendan mal. No pienso que el escocés sea el único responsable de la situación pero sí considero que deshacerse de jugadores como James Collins o Alan Hutton y no contar con otros como Stephen Warnock, Darren Bent y Stephen Ireland son decisiones que han pasado factura a este equipo. La experiencia es una condición muy necesaria en una liga tan exigente como la Premier League y Lambert lo ha olvidado por completo.
Ahora bien, hay otro asunto importante que también está afectando al conjunto: la política de austeridad que impuso Randy Lerner, el propietario, hace tres años. En la actualidad, no sólo no van a traer ningún refuerzo en este mercado de invierno a Villa Park, sino que además llevan tiempo presionando a algunos de los jugadores con las fichas más altas para que busquen la salida del equipo de Birmingham.

La situación es tan dantesca que entre la afición comienza a extenderse la creencia de que lo mejor que le podría ocurrir al club es descender a Championship porque de esta manera, el Aston Villa volvería a la máxima categoría más fuerte, cual Ave Fénix resurgiendo de sus cenizas. Quizá no tienen en cuenta la extrema dureza de la segunda categoría, donde la lucha por el ascenso es un camino muy complicado, incluso para los equipos más grandes.
Resignación aparte, quedan quince encuentros para hacer frente a las arenas movedizas de la Premier League y lograr salvar la categoría. Ya no vale ninguna excusa. Este club histórico ha perdido el rumbo y Lambert debe tomar el timón del barco antes de que sea demasiado tarde y el Aston Villa se hunda sin remedio…