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Hillary Clinton, bajo el síndrome de Pinocho

Hillary Clinton, durante un acto de campaña en Milwaukee, Wisconsin (EE. UU. ) el pasado 10 de septiembre de 2015. EFE/ THM17. MILWAUKEE (EE.UU.), 10/09/2015.- La candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, habla durante un evento de campaña en Milwaukee, Wisconsin (EE.UU.) hoy, jueves 10 de septiembre de 2015. Clinton aseguró hoy que le "encantaría" debatir con el aspirante republicano Donald Trump en caso de que gane las elecciones primarias de su partido. "Escuchamos a los candidatos en el otro lado retroceder en el tiempo sobre los derechos de las mujeres. Y hay un candidato en particular que sólo parece deleitarse insultando a las mujeres cada vez que puede", dijo Clinton durante un discurso en Columbus (Ohio). EFE/TANNEN MAURY

Hillary Clinton sigue siendo la gran favorita en el campo demócrata para ser su candidata presidencial en las elecciones de 2016, pero su credibilidad empieza a resentirse de los repetidos desmentidos. Como sucede siempre cuando comienza a acelerar la campaña electoral en Estados Unidos, el fuego graneado sobre el historial, declaraciones y pasado de los aspirantes se intensifica.

Hillary Clinton, durante un acto de campaña en Milwaukee, Wisconsin (EE. UU. ) el pasado 10 de septiembre de 2015. EFE

Hillary Clinton, durante un acto de campaña en Milwaukee, Wisconsin (EE. UU. ) el pasado 10 de septiembre de 2015. EFE

El pasado junio, un sondeo de la cadena CNNy la firma ORC reflejaba la falta de credibilidad de la ex primera dama. Para la mitad de los consultados, Hillary Clinton no inspira confianza, mientras que el 25% no cree que se preocupe de gente como ellos y el 57 opinaba que no es honesta ni fiable. Otra encuesta publicada este mes, realizada por la Quinnipiac University, insiste en esa línea y refleja ya que el 61% de los consultados considera que “no es honesta ni digna de confianza”.

La CNN remarcaba que los resultados eran unos diez puntos porcentuales peores que los deparados por una encuesta similar realizada el año pasado. Entre los factores a los que se atribuían este empeoramiento estaba la gestión, como secretaria de Estado, de los incidentes que costaron la vida la cónsul estadounidense, Christopher Stevens, en la ciudad libia de Bengasi en 2012.

Pero el asunto que realmente le está complicando la vida y obligando a emplear mucho tiempo y energía ha sido la utilización de un servidor privado que le permitió poner lejos del escrutinio público, como manda la ley, una cuenta de correo electrónico distinta a la oficial.

La evolución de la respuesta de Hillary a la polémica da aire a la opinión de aquellos que la tachan de mentirosa y deshonesta. Primero defendió la legalidad de su actuación, luego admitió que se equivocó y finalmente acabó pidiendo perdón: “Fue un error. Lo siento por ello y asumo la responsabilidad”. Un viejo síndrome de Pinocho que no es nuevo y que ahora reaparece.

El mea culpa lo entonó el pasado martes en una entrevista transmitida por la cadena ABC, justo después de que la NBC publicara una encuesta entre votantes demócratas registrados en New Hamshire en la que por primera vez se da una ventaja de nueve puntos al senador izquierdista, Bernie Sanders, sobre la ex secretaria de Estado.

Ante este panorama la filas republicanas afilan los cuchillos y se preparan para salir en tromba a la menor revelación negativa que surja, tanto de la investigación parlamentaria sobre los incidentes de Bengasi, como de las pesquisas del FBI sobre el contenido de los correos electrónicos. En esto días no se deja de recordar que en los correos electrónicos pudieran contener información clasificada secreta. Se da el agravante que la dirigente demócrata borró 30.000 correos que consideraba de índole personal.

Pese a todo, Hillary sigue figurando como clara favorita demócrata para las presidenciales, pero de aquí a noviembre de 2015 tendrá que pelear mucho para reforzar su credibilidad y, sobre todo, rezar para que en el curso de la investigación abierta no aparezcan correos que hagan descarrilar de forma forzosa su candidatura.

Sigue como clara favorita para ser la candidata presidencial demócrata, pero sus desmentidos le restan credibilidad

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