>

Blogs

Rodrigo Errasti

Abonado 360

Modélicos entrenadores y técnicos modelo

Los torneos coperos siempre me han emocionado, quizá por la pasión que veía a mi alrededor cuando era chico en mis vecinos vizcainos. Ahora sigo con adoración desde la distancia la FA Cup y la clásica Carling, ahora rebautizada como Capital One League Cup. Asistir a una final en Wembley, aunque sea al nuevo, es algo que recomiendo a todo aficionado al deporte. Pese a que aquí los grandes han conseguido comprar parte de la emoción de los pequeños, a base de una partida económica, hemos vivído unos cuartos de final realmente intensos. En ellos, los entrenadores han sido los protagonistas de los encuentros, por encima incluso de los verdaderos actores principales que son los futbolistas. El rol de secundario cada vez más lo tienen más asumido los aficionados, a los que se castiga con horarios imposibles que provocan hasta la indignación de otros deportistas que asisten al espectáculo por la televisión.

A expensas de lo que nos deje el Atlético-Betis, varios son los nombres propios de estos cuartos que algunos habían sentenciado antes de jugarse. El primero ha sido Ernesto Valverde, que ha llegado a Valencia para obtener resultados algo para lo cual antes era necesario poner orden y cordura. Por el momento ha conseguido lo segundo y fue el mejor representante de una entidad a la que acaba de llegar en la clásica crisis provocada por un arbitraje contrario en el Santiago Bernabéu. Otros optaron por llorar y patalear, pero Ernesto prefirió ser elegante como siempre. Pese a que había sufrido una expulsión ridícula (el acta confirma que su pecado fue lanzar los guantes al suelo tras no poder completar un cambio con uno menos al que estaba autorizado) mantuvo la calma y estuvo a la altura de su escudo. Aferrarse a errores ajenos cuando has cometido varios le parece una coartada de mediocres y no tiene por costumbre utilizarla.

A muchos les llamó la atención porque apenas unas horas antes el jugador rival que salió a dar la cara por su técnico antes del choque sí que lo hizo. Di María, en pobre estado de forma, tampoco estuvo a la altura frente a los micrófonos y partinó gravemente. Como ya lo habían hecho otros compañeros suyos que habían deslizado con anterioridad una campaña orquestada en contra del Real Madrid. Algo a lo que se ha aferrado siempre José Mourinho, ahora silbado por la parte de la grada que no sigue a pies juntillas su credo, cuando le han ido mal dadas. En Portugal, en Inglaterra, en Italia y en España. Lo curioso es que siempre han perseguido a Mourinho, tanto cuando estaba en el Barcelona como ayudante como ahora. Demasiada fijación. Y no, no hablo de Muñiz. Prefiero obviarlo porque me parece demasiado recurrente centrar los errores siempre en el mismo, por muy mal que acostumbre a actuar.

En Zaragoza vimos un duelo curioso, con un Emery recién llegado al banquillo del que sacaron a Manolo Jiménez cuando había metido a su ‘Sevilla’ en una final copera tras apear al mejor Barça de la historia. Fue raro, y no hablo del 0-0 final, porque Emery ha vuelto tras arrancar este año en Moscú poniendo en apuros al Barcelona en la Champions. Precisamente ante los azulgrana se enfrentó el segundo técnico que quiero destacar: Manuel Pellegrini.

Un señor que siempre ha brillado en todos los equipos por lo que ha pasado y que en el Real Madrid recibió un juicio excesivo, especialmente el mediático, comparado con el jabón que se han llevado otros en su cargo. En Chamartín pagó muy caro un remate fallido a la madera de uno de sus delanteros y una vergonzosa actitud en Santo Domingo de su once, de garantías aunque fueran suplentes, plagado de una mayoría de internacionales. Ni tan siquiera un récord de puntos liguero le sirvió para ganarse el respeto de un sector del madridismo. Acudió al rescate del Málaga y pese a todos los problemas institucionales ha conseguido cerrar la boca con resultados a los que afearon su decisión de aterrizar en la Costa del sol.

En esta ronda ante el Barcelona de Tito, el hombre que está siendo un ejemplo en la adversidad por su naturalidad y constancia en el trabajo, ha conseguido llegar en ventaja al duelo de vuelta en La Rosaleda. Un 2-2 meritorio, sobre todo por lograrlo en inferioridad numérica y tras sufrir un varapalo anímico liguero 72 horas antes.

Por último, y antes de que Simeone y Mel vuelvan a sumar argumentos para que les lance flores, no quiero terminar sin desear suerte a Pep Guardiola en su aventura bávara. Su reto es enorme, a la altura de su increíble palmarés y capacidad, pero no es hombre de arrugarse ante los retos. Siempre se ha guíado por su instinto y ha terminado acertando. A muchos su exceso respeto por el rival parece incluso molestarles, debe ser que es mejor insinuar tramas y ver conspiraciones para justificar los fracasos propios que ser capaz de valorar el mérito rival. Yo sin duda prefiero el respeto. Y la admiración por el trabajo ajeno. ¡Suerte!

Otro sitio más de Red de blogs VIPS

Sobre el autor


enero 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031