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Pastillas de menta

Inocente, inocente

No seré yo quien ponga en tela de juicio la presunción de inocencia que asiste a la infanta Cristina. No tiraré yo la primera piedra. Que para eso ya están otros. Y no uno, ni dos. La hija del Rey tiene incondicionales. Lógico. Entiendo y comprendo y comparto que sus padres, pese a ser Reyes, confíen ciegamente en su inocencia. Y si lo hacen ellos por qué no lo van a hacer otros. La diferencia entre sus progenitores y estos otros, es que don Juan Carlos y doña Sofía han encontrado en el Libro de las Lamentaciones del Antiguo Testamento, en ese “bueno es esperar en silencio la salvación del Señor”, la fórmula a seguir. A otros les da por hablar y ya se sabe que hay voces que hacen subir el pan. Y entiéndase pan como presunción de culpabilidad. Que Dios me perdone por lo que voy a decir, pero el cable que Mariano Rajoy le echó a la infanta Cristina en su anunciadísima entrevista en Antena 3 le fue directo al cuello. Con todos mis respetos, ¿qué sabe el presidente del Gobierno, por muy presidente del Gobierno que sea, de la inocencia o no de la duquesa de Palma? Pero bueno, bien que mal, tiene un pase decir eso de que “estoy convencido de su inocencia”. Lo que no puede ni debe decir es “a la infanta le irá bien”. Y yo me pregunto, ¿por qué? ¿Por ser la hija del Rey?

Flaco favor le ha hecho el presidente del Gobierno, al igual que la semana pasada el ministro de Justicia pidiendo a la Justicia, precisamente, que libre a doña Cristina de hacer el paseíllo porque supondría para ella una pena añadida. Y, claro, se abrió el debate. A mí me han enseñado, supongo que eran otros tiempos, que los jueces son los que dictaban si uno era culpable o inocente. Ahora los juicios y las sentencias parece que salen de los platós de televisión. Así nos va. Boquiabierto me dejó la declaración formal ante cámara del abogado defensor de la hija del Rey en la línea de que “la fe y el amor” en Iñaki Urdangarin es lo que ha llevado a la infanta Cristina hasta esta situación. Anonadado lo de Gallardón y atónito lo de Rajoy. Y así, de tanto proclamar lo de inocente, inocente, vamos a acabar tomándonos la citación de la duquesa de Palma como una farsa. Porque tampoco se quedan atrás el juez y el fiscal, cuyo enfrentamiento personal está ensombreciendo un caso de por sí ya bastante oscuro.

En fin, que Dios haga Justicia divina, porque aquí, en el terrenal mundo, la infanta Cristina ya está juzgada y condenada. Para bien y para mal, ojo.

Pd: no puedo evitar recordar que Mariano Rajoy también proclamó a los cuatro vientos la inocencia de Luis Bárcenas. El extesorero aún no está juzgado, recuerden. Pero el presidente del Gobierno, en sede parlamentaria, lo sentenció: “Di crédito al señor Bárcenas, creí en su inocencia y me equivoqué”. Para él ya es culpable.

Cuentos de reyes, príncipes y lo que se tercie

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