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Pastillas de menta

¿Por qué el marido de una reina no es rey?

Ya está. Lo ha dicho la Reina y la polémica se da por zanjada. El bebé que esperan los duques de Cambridge será príncipe o princesa. Ya hay tratamiento real para el heredero del heredero del heredero. La longevidad de Isabel II ha provocado (o propiciado) que tengan que buscarse soluciones para casos hace años inimaginables. La Reina de Inglaterra conocerá a su bisnieto (entiéndase bisnieto o bisnieta), a quien está predestinado a coronarse dentro de varias décadas. El anuncio del embarazo de la duquesa Catalina llevó la alegría a Palacio, pero también varios interrogantes. El primero, si el primogénito del príncipe Guillermo reinaría fuera mujer y tuviera un hermano varón menor; el parlamento ya ha dado respuesta a esta pregunta. El segundo, el título que ostentará el recién nacido; Isabel II ha hecho lo propio y ha cortado de raíz especulaciones varias, y más después de que su hijo Carlos pusiera en duda la conveniencia de igualar en el camino hacia el trono a hombres y mujeres. Pues bien, lo que la Reina ha hecho es firmar una Carta Patente en la que deja escrito que “todos los hijos del hijo mayor del Príncipe de Gales merecerán el título de príncipe o princesa”. Estas 17 palabras aclaran las dos dudas: se pone fin a la discriminación sobre las mujeres de la Familia Real y el hijo de los duques de Cambridge tendrá tratamiento de príncipe. Hasta ahora, en Buckingham solo estaba estipulado los títulos hasta segundo grado, ya no tercero.
La princesa Máxima de Holanda.

La princesa Máxima de Holanda.

El cambio en Inglaterra viene a sumarse al que hace año y medio se produjo en Holanda, donde meses atrás el parlamento dio vía libre a que la princesa Máxima pueda reinar junto a su marido. Cabe recordar que hasta entonces la esposa de Guillermo de Orange era la única de las herederas europeas que, llegado el día, no sería la reina de un rey. Máxima recibió en febrero de 2002 el título de princesa de los Países Bajos al pronunciar ‘ja ik wil’ (léase ‘sí quiero’), el tratamiento de alteza real, pero no el de princesa heredera. En el debate parlamentario, los defensores del ‘no’ basaron su argumentación en que en 2011 resultaba cuanto menos anacrónico que la esposa de un rey se convierta de forma automática en soberana. Los del ‘sí’ recurrieron a la historia, a la tradición, para allanar el camino a Máxima. Recordaron que los antecedentes favorecen a la princesa, ya que las esposas de los reyes Guillermo I, Guillermo II y Guillermo III accedieron al trono como reinas en el siglo XIX. Un privilegio, no obstante, reservado solo a las mujeres, dado que los maridos de las últimas reinas de los Países Bajos, Guillermina, Juliana y la actual reina Beatriz, ejercieron como príncipes y no como reyes de Holanda.
Daniel Westling se convirtió en príncipe tras su enlace con la princesa Victoria.

Daniel Westling se convirtió en príncipe tras su enlace con la princesa Victoria.

Este privilegio, dígase de paso, se extiende al resto de las monarquías europeas. Porque otro tanto de lo mismo sucede en Suecia, donde Victoria reinará junto a un príncipe. Su marido, Daniel, jamás será rey. Es la única princesa de cuna en primera línea de sucesión al trono. En segunda línea, como herederas de herederos, hay bastantes más, como la infanta Leonor, que se convertirá en reina de España sin un rey a su lado, como está estipulado en la Constitución: “Al consorte de la Reina de España, mientras lo sea o permanezca viudo, corresponderá la dignidad de Príncipe. Recibirá el tratamiento de Alteza Real y los honores correspondientes a su Dignidad que se establezcan en el ordenamiento jurídico”. Y eso mismo ocurre en Bélgica, Noruega y Holanda, donde también, en segunda generación, una mujer está llamada a convertirse en reina. Ahora los discriminados son ellos, los príncipes que jamás serán reyes.

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Cuentos de reyes, príncipes y lo que se tercie

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