La gloria
Buenos días hermanos, hoy reflexionaremos sobre la gloria, esa quimera, ese sabor dulce con retrogusto amargo, ese minuto de… por el que hipotecas toda tu existencia.
1 LA GLORIA SIN DUDA, EL GLORION SI CABE, LA SUPERGLORIA: EL OMBLIGO DE ERIK
2 LA GLORIA COMO DROGA, LA GLORIA DEPENDENCIA, LA GLOTONERIA DE GLORIA.
Penélope Cruz, a un paso del Oscar
¡Pedroooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!
Aviso
Este artículo está escrito expresamente para ti, para que no puedas decir, como en otras ocasiones, que nadie te advirtió del peligro que corrías. Recórtalo y guárdalo en la cartera durante dos semanas. Si lo ves todos los días, igual estamos a tiempo evitar una tragedia menor. Se acercan las fechas señaladas, esas que están cargadas de tradiciones ineludibles, de ritos y zambras varias que habrá que sortear con mayor o menos gloria una vez más. La fama se la llevan las comidas familiares de rigor, pero todos sabemos, y es la misión de este escrito recordarlo, que la trampa mortal se encuentra en las comidas de empresa. Conviene recordar que el mundo laboral es un entramado de relaciones ficticias, una selva de miedos y obsesiones tapadas por la capa de la hipocresía. Somos personajes secundarios de la historia de otros, interpretamos un papel que tiene que ser previsible para que se mantenga el orden del ecosistema; taller, oficina, empresa, sucursal o el decorado que sea. Ahí tenemos sentido, es nuestro rol, fuera de los límites espacio temporales del curro, nos encontramos desnudos de personaje, desposeídos de galones y currículo, a merced de nuestra inteligencia real.
Sí, hermano, y perdona que te recuerde el mal trago del año pasado, la verdad es que te dejaste llevar sin oponer resistencia. Es lo que tiene la emoción reprimida cuando se mezcla con el alcohol y las luces navideñas, que da origen a la desinhibición incontrolada. ¿Que necesidad había de subirse a la mesa del restaurante, descamisado perdido, y amagar un baile de salón con abuso de movimiento de cadera? Hay que reconocer que tuvo su gracia, sí, pero si lo hubiéramos parado ahí, porque sería una anécdota sin más. El tema se te complicó después con ese: “¡Qué buena estás Feli, si no te lo digo reviento!”, que le vomitaste a esa chica tímida que hacía tan solo dos meses que había entrado a trabajar en la empresa, ¿a que de eso no te acordabas? Es amiga mía. Que tengan un buen día.