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La Taberna de Mou

El Caso Piqué o como ensuciar al deporte

Mucho se está hablando de los pitos a Piqué en León y Oviedo como si fuese algo nuevo que los campos de fútbol son el escenario habitual de la crispación ciudadana por rivalidades regionales o por ideologías enfrentadas. Los silbidos al jugador del Barça no dejan de ser más que un reflejo de cómo está el patio de tenso, como el deporte es el espejo al que se mira cada día de partido la sociedad en la que se desarrolla. En el momento en el que la política contaminó al deporte, éste se echó a perder. Era normal. La tentación de utilizar a las concentraciones de masas entorno a un balón de fútbol o de cualquier otra disciplina era demasiado fuerte como para dejarla escapar. Que nadie se sorprenda de lo que está sucediendo.

Hasta ahora, el deporte canalizaba con mayor o menor fortuna la conflictividad de los extremos. Un buena colección de insultos, unas pancartas con pretensiones ingeniosas y una buena descarga de decibelios y adrenalina y con eso se contentaba el personal que acudía a un campo de fútbol. Luego llegó la LFP para poner puertas al campo y lanzó a la calle a la brigada de las buenas costumbre y mejor lenguaje. Ya saben qué sucede en este país cuando alguien se empeña en prohibir. De ahí pasamos a pitar cuando suenan los himnos y a hacer campaña contra los jugadores que más se significan. Tanto que la Federación se ha visto obligada a cambiar el escenario de un partido amistoso para intentar evitar que se vuelva a dar el extraño espectáculo de un estadio silbando a uno de sus jugadores. Seguro que un marciano no lo entiende.

Gerard Piqué es un jugador especial, tanto en su club como en la selección. Como cualquier persona, tiene su forma de pensar, su personalidad propia y no por ello es menos valioso para el colectivo de jugadores que ha ganado lo que ha ganado en los últimos años. Cuestionar su entrega y dedicación a la selección española sería tan necio como injusto, salvo que se pretenda crear un grupo de futbolistas que, además de jugar bien al fútbol, pasen con nota el control ideológico. Demos una oportunidad al deporte para que recupere su esencia de punto de encuentro y sigamos disfrutando de este grupo magnífico de jugadores que nos han hecho disfrutar tanto de este juego. No lo fastidien, por favor.

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