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La Taberna de Mou

Hemos creado un monstruo

´Vamos a vender a Messi porque estamos creando monstruo´ Pep Guardiola a los directivos del Barça tras un desplante, curiosamente en Anoeta, del argentino al entonces entrenador culé. Puede que sea la típica frase-leyenda urbana, ni confirmada ni desmentida por sus presuntos autores, pero que con el tiempo se instala en el imaginario del personal alcanzando la categoría de verdad ¿Lo es? Tal y como se están desarrollando los recientes acontecimientos, así lo parece.

Nadie duda a estas alturas que Messi es el mejor jugador del mundo. Un talento de los que aparecen rara vez. En teoría, tener en tu equipo a un futbolista así tendría que ser un regalo de los dioses. Sin embargo, se está convirtiendo en una pesadilla cíclica que de tiempo en tiempo amenaza con desestabilizar a toda una institución con la grandeza del FC Barcelona ¿Compensa tener a un jugador así en tu plantilla? Da la impresión de que son cada día más las voces que apuntan a que no, que no merece la pena el desgaste institucional, deportivo y de imagen que provocan los desplantes de la estrella.

Otra leyenda urbana dice que la salida de Guardiola del club de su vida se debió, entre otras razones, a que intuía que el caprichoso 10 argentino no iba a cambiar y que era cuestión de tiempo que se volvieran a repetir los desplante, las malas caras y las rabietas de niño consentido y mal educado de Leo, pero en esta ocasión sin ver claras las posibilidades de poder arreglar de nuevo la pataleta. Puede que sea también verdad. Lo cierto es que nadie oculta que la voz determinante para que Martino fuese el elegido para entrenar al Barça fue la de su compatriota Messi. Ya saben cómo terminó la etapa del Tata en el banquillo blaugrana.

Javier Clemente, entrenador que tuvo en Sarabia a su particular Messi, decía esta mañana en redes sociales que ‘Entrenan cuando creen, juegan cuando les parece y tienen más vacaciones que los demás y eligen a los entrenadores que les gustaLuis Enrique habrá cometido errores, pero nadie le puede reprochar que haya intentado ser consecuente con sus ideas, fiel a sus principios o firme en su autoridad al frente de la plantilla. Lo malo es que si por encima del entrenador hay una directiva timorata, obsesionada por las encuestas o los titulares de la prensa, el jefe de la manada queda expuesto, debilitado y vulnerable. Los jugadores son especialistas en oler la sangre del débil y el monstruo ya ha decidido que es hora de cambiar de líder. Cuestión de días.

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