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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Cambios en el entorno

Las comunidades animales y vegetales mantienen una estructura que nos ayuda a entender su funcionamiento. Lo habitual es estudiar su composición en especies pero, recientemente, se ha detectado que muchas de esas especies aparecen por parejas, sean animal-animal, vegetal-vegetal o animal-vegetal.

Hay casos en que parece que las parejas se forman por azar o, quizá, no se ha conseguido descubrir que las agrupa. Pero otras se caracterizan por aparecer a menudo, y se les denomina como parejas agregadas, o están formadas por especies que se evitan y, entonces, se llaman parejas segregadas. Esto último ocurre cuando las especies se perjudican mutuamente (el hombre y el lobo) o prefieren hábitats distintos (la trucha y la anchoa) o, mientras una de ellas tienden a expandirse y aumentar el área geográfica que ocupa, la otra no puede hacerlo (Homo sapiens y Homo neanderthalis). Se agregan cuando se benefician una a otra (el hombre y el geranio), comparten el hábitat (la jirafa y el leopardo) o de dispersan una y otra a la vez (la patata y el escarabajo de la patata).

Pues bien, Kathleen Lyons y su grupo, con 29 investigadores de 24 instituciones de todo el mundo y dirigidos desde el Smithsonian de Washington, han reunido datos y estudiado las parejas agregadas y segregadas de los últimos 300 millones de años. Parten del hecho de que, en la actualidad, aunque se puede suponer que el número de parejas de uno y otro tipo sea más o menos el mismo, resulta que hay más parejas segregadas que agregadas. Y se preguntan por qué ocurre.

Revisan los fósiles de 88 yacimientos y 38 conjuntos actuales de mamíferos y 42 de plantas. Los datos demuestran que las parejas agregadas suponían el 72% del total durante más de 100 millones de años y caen hasta el 42% hace unos 6000 años, y estos porcentajes llegan hasta la actualidad. Es hace unos 6000 años cuando la agricultura se extiende por todo el mundo y, por ejemplo, llega a Norteamérica. A la vez, por las mismas fechas crece la población de nuestra especie.

Para los autores es nuestra especie la que cambia el entorno. Quizá contribuye el aumento en la caza y en la recolección de alimentos salvajes, la domesticación de animales y plantas, los cambios en el uso del suelo, el aumento del control del fuego, el aumento de la fragmentación del hábitat, y el transporte deliberado o accidental de especies más allá de su rango geográfico natural de dispersión.

 

*Lyons, S.K. y 28 colaboradores. 2015. Holocene shifts in the assembly of plant and animal communities implicate human impacts. Nature doi: 10.1038/nature16447

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Por Eduardo Angulo

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