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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

El moco de la dorada

 

Dedicado a Eva Caballero, que me dio la idea y la documentación.

 

Hace muchos años, en la década de los setenta, se publicaron varios trabajos sobre los efectos de la aspirina y del alcohol en el estómago de mamíferos, en nuestro estómago. En uno de ellos aparecían fotografías al microscopio de la pared de un estómago sano y normal y de un estómago después de administrar aspirina y aspirina más ácido clorhídrico. Solo con la aspirina ya se observan células dañadas e, incluso, destruidas, y añadiendo alcohol, las células se destruyen en grupo, la pared del estómago desaparece en parte y se ve con claridad una úlcera sangrante. Algo parecido se obtiene con alcohol de 70 grados. Sin embargo, para digerir los alimentos en el estómago sintetizamos ácido clorhídrico en células que se encuentran en esa misma pared del estómago, y ese clorhídrico no daña, habitualmente, la pared del estómago ni aparecen úlceras.

En la pared del estómago, tenemos, también, células mucosas que secretan mucinas que forman una cubierta sobre la pared del estómago que la protege de la acción del clorhídrico y, así, no nos digerimos a nosotros mismos según digerimos los alimentos. Pero, si destruimos las mucinas, como hacen la aspirina o el alcohol, la pared queda indefensa y es digerida. Son las mucinas las que protegen nuestro estómago y, además, el resto del tubo digestivo desde el esófago hasta el intestino Las mucinas, el moco, cumple la misma función en otros aparatos de nuestro cuerpo. Seguramente el más conocido es el respiratorio, con células mucosas produciendo moco en la nariz, la tráquea y otros conductos. Así se evita que partículas y parásitos entren hasta los pulmones cuando respiramos.

Una protección parecida aparece en muchas otras especies animales como, por ejemplo, en moluscos, con su cuerpo cubierto del moco que producen células glandulares de la epidermis (la famosa “baba de caracol”). Y, también, en los peces, cuyo moco epidérmico causa su peculiar cuerpo resbaloso.

Las mucinas son proteínas muy grandes, de gran peso molecular, que llevan unidas compuestos azucarados. En nuestra especie se han identificado hasta 19 mucinas en el tubo digestivo, el sistema respiratorio y otros órganos. Algunas de estas mucinas forman geles sobre los epitelios, como ocurre en la pared del estómago, y otras se mantienen unidas a las membranas de las células y las protegen individualmente.

Ahora que conocemos las mucinas y las funciones que tienen, vamos a la dorada (Sparus aurata). Es una de las especies de peces más cultivada en acuicultura y, por tanto, tiene gran importancia económica. El grupo de Jaume Pérez Sánchez, del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal, en Castellón, ha estudiado las mucinas de esta especie y su localización en los órganos para conocer los sistemas de defensa ante parásitos y tóxicos.

Han trabajado con 30 individuos de un año y, con 10 de ellos, han estudiado la expresión de los genes que codifican las mucinas, y con los otros 20 han experimentado si varía la producción de mucinas con la dieta y con la exposición a parásitos.

Han encontrado seis mucinas, todas en órganos que tienen relación con el medio externo y, en concreto, en el tubo digestivo, las branquias y la piel, y cinco de ellas se parecen a las descritas en mamíferos, es decir, a las nuestras. Muc 18 aparece en la piel, las branquias y el estómago; Muc19 en el esófago y algo menos en el estómago; y Muc13, Muc2 y Muc2-like están en el tubo digestivo a partir del estómago. En la piel, branquias y esófago, estómago y final del intestino encuentran la I-Muc, diferente a las descritas en mamíferos y, por ahora, exclusiva de la dorada. Es esta última mucina, la I-Muc, la que varía con la dieta, sobre todo si en el pienso se incluyen aceites vegetales, y con la presencia de parásitos.

Ya ven, las mucinas de la dorada y nuestras mucinas se parecen tanto en los genes que la codifican, en su estructura molecular y en sus funciones.

 

*Pérez-Sánchez, J. y 5 colaboradores. 2013. Mucins as diagnostic and pronostic biomarkers in a fish-parasite model: Transcriptional and functional analysis. PLOS ONE 8: e65457

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