Es la angustia de sentirse atrapado en un lugar cerrado. Miedo a las habitaciones pequeñas, a los túneles, a las cuevas, a los ascensores, a los trenes, a los autobuses que no permiten abrir las ventanas, a los lugares cerrados llenos de gente,… Estos miedos y angustias, con mayor o menor intensidad, los sufrimos todos aunque se estima que, en un 4% de las personas, alcanzan niveles patológicos. Son quienes pueden sufrir ataques de pánico en las situaciones que antes he mencionado. Stella Lourenco y su grupo de la Universidad Emory de Atlanta, aseguran que existe una relación entre la claustrofobia y el espacio cercano a nuestro cuerpo, el llamado espacio peripersonal. Es el espacio que nos rodea y que lo percibimos diferente, lo controlamos más, estamos celosos de él y de lo que en él ocurre. Volveremos sobre ello más adelante.

Existe un curioso método, que Stella Lourenco aplica, para medir el espacio peripersonal. Trabaja con 35 universitarios voluntarios, con 21 mujeres, de18 a33 años de edad y 21.2 años de edad media. Se coloca al voluntario en una habitación de 3.8 por2.9 metrosy se le pide que localice, con un puntero láser, el punto medio de una línea horizontal dibujada en un papel blanco. Esta línea se coloca a30 centímetrosdel voluntario y se va alejando, de 30 en30 cm, hasta los2.70 metros. Para que se perciba siempre del mismo tamaño, la línea mide 10, 20 ó30 cm, y se va cambiando según se aleja del observador.

Pues bien, los resultados son cuando menos sorprendentes. Hasta los60 cmde distancia de la línea horizontal, el voluntario tiende a colocar el punto medio de la línea algo a la izquierda del punto medio real. Y después de los60 cm, por el contrario, el voluntario coloca el punto medio con una desviación hacia la derecha. Para Stella Lourenco estos resultados significan que los voluntarios perciben de manera diferente el espacio cercano a ellos, a menos de60 cm, que el espacio lejano, más allá de los60 cm. Y, por tanto, el espacio cercano, a menos de60 cm, es el antes mencionado espacio peripersonal, ese entorno que tanto nos importa.

Además, ese espacio peripersonal varía algo, y parece lógico con el tamaño de la persona. Lourenco demuestra que está relacionado con la longitud de los brazos y, a brazos más cortos, menor espacio peripersonal, y viceversa, a brazos más largos, mayor espacio peripersonal.

En cuanto a la claustrofobia, Lourenco hace que sus voluntarios rellenen un cuestionario que detecta rasgos claustrofóbicos, con preguntas, por ejemplo, que piden que sentiría el voluntario si tiene que usar una máscara de oxígeno o si se encuentra atrapado en un túnel dentro de un tren lleno de gente, y que deben puntuar de0 a4.

Los resultados relacionan los rasgos claustrofóbicos con aquellos voluntarios que se desvían más hacia la derecha al buscar el punto medio de la línea horizontal, o sea, los que tienen un espacio peripersonal de más tamaño. Parece que un mayor espacio peripersonal implica una mayor sensación de angustia si se ve invadido o restringido.

*Lourenco, S.F., M.R. Longo & T. Pathman. 2011. Near space and its relation to claustrophobic fear. Cognition doi:10.1016/j.cognition.2011.02.009