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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Guerreros

En el cerebro tenemos una enzima llamada monoamino oxidasa A que destruye neurotransmisores como la serotonina o la dopamina. Los neurotransmisores son sintetizados por las neuronas y activan o inhiben a otras neuronas o a otras células. En último término, los neurotransmisores llevan información a otras neuronas y modulan el funcionamiento del cerebro. A más neurotransmisores, más actividad cerebral, sea por activación de neuronas o por su inhibición.

Pues bien, como la monoamino oxidasa A destruye neurotransmisores participa en la regulación del funcionamiento del cerebro. Esta enzima está codificada por un gen llamado MAOA que, en nuestra especie y según los individuos, tiene dos formas: MAOA-L, con baja actividad (de Low en inglés), y MAOA-H (de High en inglés). Así, quienes tengan la variante génica MAOA-L, de baja actividad, tendrán menos enzima, menos destrucción de neurotransmisores y, en consecuencia, más actividad cerebral. Lo contrario ocurrirá a quienes tengan la variante génica MAOA-H, de gran actividad. En resumen, con el gen MAOA-L más neurotransmisores, y con el gen MAOA-H, menos neurotransmisores.

En algunas investigaciones recientes se ha propuesto que este gen MAOA tiene relación con la conducta agresiva y se le ha llamado, en la prensa popular, el “gen del guerrero”. Además, al tener este gen dos variantes, como hemos visto, quizá ayude a explicar por qué hay personas más guerreras que otras o, dicho de otra manera, por qué hay personas más pacíficas que otras. Es evidente que todos los humanos no somos igual de “guerreros”. Rose McDermott y su grupo, de la Universidad Brown de Providence, en Rhode Island, han ideado un curioso experimento, que une economía y psicología, para demostrar la relación entre el gen MAOA y la conducta agresiva.

Los investigadores hicieron un análisis genético de las células bucales de 78 voluntarios, todos hombres, pues en las mujeres hay algún otro factor, además del MAOA, que complica el estudio. Los resultados dan que el 27.14% (19 personas) tienen la variante de baja actividad MAOA-L y el 72.86% (51 personas) tienen la variante de mucha actividad MAOA-H. Aproximadamente, uno de cada cuatro tienen la variante de baja actividad, la que se supone relacionada con la agresividad, lo que no implica que este sea el porcentaje para el resto de la población (parece que podría ser más alto, uno de cada tres individuos).

Con estos voluntarios, McDermott y su grupo planificaron un experimento para medir su agresividad e intentar relacionarla con la variante MAOA-L. Cada voluntario hizo un test de vocabulario en un ordenador y lo repitió cuatro veces; según sus aciertos, ganaba más o menos dólares. Cada uno de ellos cree que juega con compañero, al que no conoce, y del que sólo ve su participación a través del ordenador y con el que reparte las ganancias. Después del juego, el voluntario prepara el menú que va a comer su pareja. Uno de los ingredientes es salsa picante y el voluntario decide cuanta tendrá en su comida su compañero de juego, a pesar de que sabe que no le gusta y de que debe pagar esa cantidad de salsa de su propio dinero.

En alguna de las cuatro rondas del juego del vocabulario, se le hace creer al voluntario que su pareja le está engañando y se queda con el 20% de su dinero o, peor, con el 80%. Después se verá que el número de dosis de salsa picante que se ponen en la comida del ladrón está en relación con el cabreo del voluntario. Esta técnica de medida de la agresividad ya se ha utilizado con anterioridad para estudiar cómo y cuánto se agrede a quien suponemos que es un riesgo o para demostrar que la agresividad aumenta según disminuye la autoestima.

Volviendo a nuestro experimento con el gen MAOA, vemos que, en general, es más agresivo (pone más salsa picante) quien más ha sido robado, es decir, quienes han perdido el 80% frente a quienes han perdido el 20%; más o menos, dan más salsa el 66% de los que han perdido el 80% frente al 39% de los que han perdido el 20% (que, por cierto, también son muchos). Los individuos MAOA-L dan más salsa picante que los individuos MAOA-H, pero sólo entre los que pierden el 80%. Y son el 44% de los MAOA-L, frente al 19% de los MAOA-H, los que dan las cantidades record de salsa picante. Entre los que pierden el 20% no hay diferencia por la variante génica; reaccionan igual los MAOA-L y los MAOA-H. Este último resultado es importante pues explica en parte la gran variabilidad en la conducta humana: los MAOA-L son más agresivos pero su reacción agresiva se ve mediada por un factor externo, la cantidad robada, y no reaccionan igual frente al 80% y frente al 20%.

La participación exacta de estas variantes génicas en la conducta agresiva no se conoce. Quizá los individuos con MAOA-L son hipersensibles y reaccionan en exceso ante factores estresantes, o son hiposensibles y no siente empatía ante el daño ajeno. Rose McDermott escribe, además, que la zona del cerebro que se activa en los individuos MAOA-L es aquella que tiene que ver con el estrés producido por el rechazo o producido por cambios en el estatus social.

 

*McDermott, R. y 4 colaboradores. Monoamine oxidase gene (MAOA) predicts behavioral aggression following provocation. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 106: 2118-2123.

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Por Eduardo Angulo

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